Nombre completo: Jorge Ernesto LANATA
Fecha de nacimiento: 12 de septiembre de 1960
Jorge Lanata es uno de los periodistas más inteligentes que haya dado la historia de la gráfica, la radio y la televisión de nuestro medio. Su enorme capacidad y talento lo han instituido en uno de los grandes “self-made-men” del ambiente comunicacional, reconocido por su iniciación desde los más inferiores escalones del quehacer informativo. El particular estilo que desgrana en sus apariciones y su impronta crítica, cultural e innovativa lo condujeron al sitial de referente ineludible de los medios masivos locales.
Para entonces, el mundo había cambiado: las hegemonías
mundiales ya no imponían dictaduras militares en Latinoamérica. El extremo
desarrollo de las comunicaciones y el alcance de las clases populares a las
tecnologías tornaron inútil la salida “de facto”: bastaba, ya, tan sólo con
persuadir a los votantes a través del aprovechamiento de su estado de
degradación cultural y de su consumo habitual de canales de entretenimiento e
información corriente.
Fecha de nacimiento: 12 de septiembre de 1960
Jorge Lanata es uno de los periodistas más inteligentes que haya dado la historia de la gráfica, la radio y la televisión de nuestro medio. Su enorme capacidad y talento lo han instituido en uno de los grandes “self-made-men” del ambiente comunicacional, reconocido por su iniciación desde los más inferiores escalones del quehacer informativo. El particular estilo que desgrana en sus apariciones y su impronta crítica, cultural e innovativa lo condujeron al sitial de referente ineludible de los medios masivos locales.
Lanata, además, es escritor, actor, director de
cine, radio y televisión; ha sido también realizador, productor, guionista y
editor de video. Intervino con profesionalidad y afán creativo en el progreso
de todas las formas de comunicación gráfica y audiovisual. Su nombre es
inapartable del concepto de “nuevo periodismo argentino”, nacido hacia fines de
los años 80 para identificar el cambio en las formas tradicionales de la
comunicación masiva operado después de la última dictadura cívico-militar.
Sus muy buenas publicaciones –en especial el
periódico Página/12, que lo tuvo por fundador y director- ganaron la
preferencia de una franja que le ha permanecido fiel durante las últimas cuatro
décadas: la clase media con alguna cursada terciaria o universitaria, de
consumo cultural aspiracional y criterio más o menos informado.
Hacia fines del mandato presidencial de Néstor
Kirchner, la relación con el Grupo Clarín liderado por Héctor Magnetto inició
un proceso de resquebrajamiento definitivo. Las mejoras en las condiciones de
vida con posterioridad a la debacle económica del año 2001 y el reflote social
del país gracias a la buena administración del santacruceño –que encabezaba,
junto con su esposa Cristina Fernández, las preferencias políticas de las
clases bajas y medias- habían comenzado a generar una diferenciación esencial
entre el poder formal o político y el poder real, representado por la
oligarquía histórica, los grupos económicos y el que a la postre sería llamado
“partido judicial”.
La relación entre ambas instancias se fue
tensando con el correr de los años y de las conquistas sociales impulsadas por
los Kirchner. En el año 2009, durante la primera presidencia de Cristina
Fernández, se logró el consenso de diputados y senadores para el dictado de la
Ley de Medios Audiovisuales, que recortaría enormemente las facultades de
expansión en el mercado de las comunicaciones a las grandes empresas, a través
de la prohibición de desarrollar su actividad en todas las categorías de medios
a la vez: sea en forma directa, sea bajo la especie de conexiones societarias.
A ello se sumaban otras disposiciones de la misma norma que recortaban el
ámbito de actuación e influencia de las empresas con posición dominante en el
mercado, y las facilidades concedidas para que los pequeños emprendedores y los
medios ya instalados en provincias y municipios pudieran desarrollarse, sin las
influencias extorsivas de las grandes corporaciones.
Debe recordarse, además, que desde el año 2007 se
había iniciado un proceso de reforma previsional que incluyó el traspaso de
todas las cuentas de las viejas Administradoras de Fondos de Jubilaciones y
Pensiones (sociedades pertenecientes a los grandes bancos y entidades
financieras) a un Fondo de Garantía de Sustentabilidad de titularidad del
Estado Nacional. Con ello resultaba evidente que el campo nacional y popular se
proponía atenuar la influencia de los grandes actores del poder no formal, para
favorecer a los sectores más relegados de la sociedad y también a la clase
media, que había sido fuertemente castigada por el exterminio económico del año
2001.
Fue así que los grandes operadores del poder
real, una vez que Cristina Fernández fuera reelegida en octubre del año 2011,
decidieron iniciar una acción conjunta para recuperar lo que, en su imaginario,
siempre fue suyo, y que los Kirchner habían, en su terminología, “incautado”.
La tarea, de inicio, no era sencilla. Argentina
también había cambiado desde aquella explosión de diciembre de 2001. La
implementación de políticas de satisfacción masiva de necesidades y el
desarrollo de un modelo de inclusión social habían generado una clase media
que, a contrario de tan sólo una década antes, ya no temía caer en el abismo de
la pobreza. En las clases bajas, la articulación de una eficaz asistencia,
inserta en aquella impronta inclusiva, había, hasta el momento, mejorado
notablemente las condiciones generales de acceso a alimentación, vivienda,
educación, vestido, transporte y, en especial, al mejoramiento de las
condiciones y pautas legales de trabajo.
Frente a este panorama, los lauros recogidos
durante la vida profesional de Jorge Lanata, unidos a sus facilidades naturales
para expresar y a sus especiales condiciones de persuasión, obraron de
elementos determinantes para que fuera convocado por el “equipo” de
comunicación del partido Propuesta Republicana (PRO), liderado por Mauricio
Macri, acollarado en esta empresa con el gerente multimedia Héctor Magnetto,
bajo el amparo de los principios científicos del publicista ecuatoriano Jaime
Durán Barba.
Ya cerrado el contrato, a partir de fines del año
2012 el comunicador pasó a constituirse en el principal emisor de contenidos
que tuvieron por finalidad poner en práctica la herramienta del poder real para
atrapar el poder formal: el desarrollo de una de las campañas de penetración
psicológica y sugestión colectiva más fenomenales y exitosas de toda la
historia argentina.
Para ello, Lanata y su troupe de “periodismo de
investigación” no repararon en trabas éticas ni en la verdad o falsedad de los
mensajes que produjeron, todos fuertemente incriminadores de personas directa o
indirectamente involucradas con las gestiones de Néstor Kirchner y Cristina
Fernández.
Su estrategia principal, alentada por las
directivas de persuasión elaboradas en el seno del macrismo, fue una: estimular
el cúmulo de antivalores ancestralmente instalado en las clases medias y
medias-bajas, para que éstas, gradualmente, comiencen a vincular al
kirchnerismo con la perpetración de todos los delitos que dar puedan el Código
Penal y las leyes especiales.
Muy especialmente su programa “Periodismo para
Todos” obró de espolón de proa en la tarea de generar con alto grado de
verosimilitud imágenes de realidades inexistentes, para torcer el criterio de
millones y conducirlos a la percepción de un estado de cosas que favoreciera el
desprecio por la entonces presidenta y sus colaboradores. El programa
televisivo de los domingos era complementado por las emisiones radiales del
periodista, desde la cadena de radiodifusión nacional encabezada por Radio
Mitre de Buenos Aires, también del Grupo Clarín. A la vez, otros programas de
los multimedios hegemónicos, incluidos los noticieros, replicaban durante la
semana las “novedades” informadas por “Periodismo para Todos”, que también eran
nota de tapa en los periódicos más leídos por la clase media aspiracional:
Clarín y La Nación.
Esta estructura de difusión de información falsa
se desarrolló, además, a través de modos lingüísticos que captaban la atención
de los receptores mayoritarios. Del igual manera que en la Alemania de los años
30 se explotaba mediante la “máquina publicitaria” el sustrato antisemita
histórico a favor del mesianismo hitleriano, Jorge Lanata disparó en los medios
hegemónicos un despliegue inusitado de contenidos de fuerte implicancia
emocional. A estos efectos, el esquema de elaboración de mensajes que gobernó
toda su actuación fue el siguiente: “El kirchnerismo nos quita el dinero que es
nuestro”.
A partir de esa premisa, cada capítulo de sus
intervenciones se dedicó a la estructuración de historias ilusorias que eran
inmediatamente creídas especialmente por esa clase media individualista,
absolutamente ajena al concepto de justicia social y fuertemente cruzada por
ideales discriminatorios.
De aquel principio general, entonces, fueron
desgranándose “casos particulares” exhibidos por el comunicador, que alentaban
el sentido delictivo del gobierno de los Kirchner en oposición a la honestidad
inclaudicable del “vecino común” o del “ciudadano medio”.
Por lo demás, las “formas” que asumían esas
transmisiones no sólo estimulaban el egoísmo materialista; sino, además, otras
diversas manifestaciones de miseria espiritual que durante décadas sus
seguidores habían mantenido reprimidas y que ahora encontraban un canal
mediático de legitimación. En este sendero, “Periodismo para Todos” no ahorró
expresiones materialistas, xenófobas, intolerantes, de desprecio moral hacia
los pobres y hacia la pobreza, vindicadoras de la insolidaridad, o que ponían
en valor la ignorancia o el sentido común como especies de la sabiduría y del
correcto pensar. Además, estos mecanismos de comunicación incluyeron la
acentuación de todo aquello que, en la coherencia de ese discurso, atentara
contra las metas aspiracionales de sus espectadores adictos.
Entre otras historias, y con sólo sustento en su
capacidad discursiva y su habilidad para construir escenas “creíbles”, Jorge
Lanata (cuyo Periodismo para Todos logró picos de más de 30 puntos de rating),
consiguió que esos sectores lograran incorporar y vivenciar como verdades
incontestables, entre otras, las siguientes:
. Que un señor llamado Lázaro Báez, “amigo de
Néstor y Cristina”, había amasado una fortuna obscena como contratista del
Estado, favorecido por las “coimas” que le cobrarían los funcionarios
kirchneristas para digitar las licitaciones públicas. A esta acción de
enriquecimiento personal se le habría sumado, en el relato lanatista, un
sistema de recaudación ilegal encabezado por los Kirchner, que habrían fugado
el dinero hacia paraísos fiscales. La narración, que exaltó los ánimos
especialmente de los sectores medios, se tituló “La Ruta del Dinero K”.
Para su difusión, Lanata se valió de falsos testigos y de montajes
cinematográficos de cámaras ocultas, andamiaje que sugestionó por completo a
sus espectadores. Incluso, logró que la clase media creyera que un millón de
dólares de “coima” pesaba un kilo y cien gramos; y que por ello resultaba
fácilmente trasladable en bolsos que se cargaban sobre avionetas que nocturnamente
partían desde aeropuertos clandestinos hacia sitios desconocidos.
. Que Cristina Fernández de Kirchner guardaba
parte del dinero recaudado en las Islas Seychelles, un paraíso fiscal, al que
habría visitado durante la escala forzada de un viaje protocolar, con el solo
fin de tomar conocimiento del saldo in situ.
. Que el matrimonio Kirchner también manejaba una
red de prostitución y de elaboración y venta de drogas, dinero que se
“blanqueaba” fraguando contratos de alquiler sobrevaluados de sus hoteles en
Santa Cruz a pilotos de Aerolíneas Argentinas (con la complicidad de su
Director), al mismo Lázaro Báez y a representantes de otras corporaciones,
también contratistas corruptos del Estado Nacional.
. Que los gobiernos kirchneristas descuidaron a
propósito la seguridad de las fronteras en el Norte argentino, como medio de
facilitar la “Ruta narco”.
. Que el matrimonio Kirchner había especulado
durante la última dictadura cívico-militar con el derecho a la vivienda de
ciudadanos afectados por la tristemente célebre “Circular 1050”, que indexaba
los créditos hipotecarios. En virtud de ello, Néstor Kirchner y su esposa se
habrían quedado, en complicidad con diversos bancos, con decenas de propiedades
que hoy forman parte de su fortuna.
. Que otra parte del dinero de la “corrupción K”
se guardaba en una bóveda secreta que por codicia había hecho construir Néstor
Kirchner en su casa de El Calafate. Según esa narración, el ex presidente
habría tenido por conducta habitual sentarse a mirar los fajos de dólares y las
joyas y lingotes de oro allí guardados.
. Que el dinero también se obtenía de la
proliferación de subsidios abultados al cine, al teatro, a la radio y a
programas de televisión en canales afines, de los cuales los Kirchner se
quedaban con una “comisión”. La clase media llegó a creer, gracias a los
oficios de persuasión desplegados por Lanata, que cada panelista del programa
“6, 7, 8” de La TV Pública cobraba unos 10.000 dólares de la época por emisión.
. Que el dinero obtenido de la “corrupción K”,
que superaba los 500.000 millones de dólares (“un PBI”), se habría también
ENTERRADO EN LA INTEMPERIE PATAGÓNICA. A tal punto quedaron penetradas
emocionalmente las clases medias y medias-bajas con esta figuración
periodística, que luego de ganar Mauricio Macri las elecciones, un fiscal
adicto ordenó llevar RETROEXCAVADORAS a la estepa, con el fin de buscar el
dinero así ocultado. Las infructuosas operaciones de esas máquinas se
transmitieron en directo por los medios del Grupo Clarín.
. Que era también posible que parte de ese dinero
se encontrara escondido en el Mausoleo de Néstor Kirchner; incluso, dentro del
propio cajón, en contacto con el cadáver.
. Que Cristina Fernández de Kirchner, además,
había cometido el delito de traición a la patria al firmar un memorándum con la
República Islámica de Irán. Este documento, según el relato, habría tenido por
finalidad encubrir los atentados a la Embajada de Israel y a la sede de la AMIA
perpetrados entre 1992 y 1994. A cambio, las diversas operaciones de flujo
comercial con ese país, más otras dádivas que habría recibido la entonces
Presidenta, habrían alimentado la fortuna de la familia.
. Que, alertada por una denuncia de la que daría
cuenta en el Congreso de la Nación el fiscal Alberto Nisman, Cristina Fernández
ideó su asesinato, ejecutado por un comando terrorista
cubano-kirchnerista-iraní con vinculaciones rusas.
. Que todos los funcionarios de los gobiernos de
Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner habían incluido ilegalmente a
sus parientes en puestos superfluos de la administración pública, con sueldos
siderales que “pagamos entre todos”.
. Que el vicepresidente Amado Boudou había
constituido legalmente su domicilio en un médano de la ciudad de San Bernardo y
que habría cometido una serie de delitos al amparo de la protección
kirchnerista y de su alta magistratura.
. Que la implementación de planes sociales para
personas en situación de vulnerabilidad tenía por finalidad última lograr el
favor político de esos sectores marginados, a costa del bienestar y del futuro
de aquellos “ciudadanos de a pie” que tendían al bien. En este sentido, se
difundió la idea de que mientras los ciudadanos honestos trabajaban de sol a
sol para conseguir el sustento, el kirchnerismo le “regalaba cosas” a los
sectores indigentes, para fomentar la vagancia clientelar. En esos programas,
se informaba el precio de los teléfonos celulares y de las zapatillas
arquetípicas que utilizaban esos “kirchneristas adictos”. Además, se relevaba la
actitud voluntaria de estos “parásitos sociales”, consistente en esperar a que
el gobierno “les regale una casa” y todo lo necesario para vivir “del bolsillo
de todos nosotros”, mientras ejercían la delincuencia en el marco de una
policía con “las manos atadas” a propósito por el poder político.
. Que las personas en situación de pobreza
extrema veían en los programas de asistencia e inclusión implementados por el
kirchnerismo una oportunidad de “embarazarse para cobrar un plan” y “tener
hijos para cobrar la Asignación Universal”. Estos “informes” obtuvieron un
altísimo grado de penetración sugestiva.
. Que existían organizaciones de presos que
obtenían permisos de salida para “ir a las marchas de Cristina”, con el fin de
extorsionar a la oposición y agredir a todo aquel que se manifestara en contra
del kirchnerismo.
. Que, en especial, el candidato a gobernador de
la provincia de Buenos Aires, Aníbal Fernández, había sido el autor intelectual
de un “triple crimen” en la localidad de General Rodríguez, motivado por
cuestiones mafiosas relacionadas con el tráfico ilegal de efedrina que él mismo
comandaba. La noticia se difundió en agosto de 2015 y afectó gravemente las
posibilidades del candidato, a la vez que favoreció el ascenso de la por
entonces vicejefa de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, María Eugenia
Vidal. Pocos años después, se reveló que uno de los condenados por ese crimen
lo había acusado falsamente.
. Que el gobernador justicialista de la provincia
de Formosa había generado una red de personas pertenecientes a pueblos
originarios que operaban como “punteros políticos”. Estos “aborígenes
peronistas” obtendrían así ciertos “beneficios” como vivir en casas de material
o comer todos los días. En sus emisiones, Lanata eligió exhibir los lugares de mayor
pobreza y, con esa información segmentada, logró generar consciencia acerca del
carácter perverso del “kirchnerismo de provincia”, que se aprovechaba de la
ignorancia y la humildad de miles de “indios” para enriquecerse y perpetuarse
en el poder.
A pesar de que todas estas afirmaciones
resultaron desmentidas tiempo después o no resistían, de inicio, un mínimo
análisis racional, los espectadores lanatistas mantuvieron las ideas
transmitidas por el conductor como ciertas, precisamente porque la manera en
que éstas se difundían tocaban desde lo emocional aquel cúmulo de antivalores
impreso ancestralmente en sus estructuras. Los simpatizantes de los discursos
mendaces de Jorge Lanata asisten aun hoy a sus espectáculos sin la menor
vocación crítica.
Es así que, quizás también impulsados por los
“trolls” pagados por el macrismo (un conjunto de operadores informáticos que
desde las redes sociales promueven esta misma campaña de penetración
psicológica) surgieron grupos de alabanza titulados ridícula, pero eficientemente,
“Lanata 2.0”; “Lanata Forever”; “Yo banco a Jorge Lanata”; Lanata 3.0”; “Lanata
2.0 y 3.0”; “Jorge Lanata Fans”; “Yo Custodio a Lanata”; “Jorge Lanata OK”;
“Fans Club 2.0 de Jorge Lanata” y otras referencias de computadora personal
clasemediera.
Una vez conseguido el objetivo de que esos
sectores aspiracionales votaran a Mauricio Macri y destronaran la hegemonía
peronista, trascendió que el conductor había comprado durante esos años un
departamento situado en una isla de Miami, valuado en más de dos millones y
medio de dólares, noticia que sugería la “venta” de sus servicios al PRO y al
Grupo Clarín. Según otra corriente de informaciones, lo habría puesto a la
venta a fines de 2018.
Jorge Lanata recibió, además de réditos
económicos, una gran cantidad de premios por su tarea persuasiva. Entre ellos,
en una ceremonia realizada en mayo del año 2016 –el primero de la
administración macrista y a tan sólo un mes de la divulgación mundial de los
“Panama Papers”- el Martín Fierro a la Mejor Labor Periodística por “Periodismo
para Todos” durante 2015, a la Mejor Producción Integral, al Mejor Programa
Periodístico y, como última validación de su trabajo, el Martín Fierro de Oro
2015.
Los contenidos generados por el equipo que lideró
en esta empresa fueron aportados como prueba en centenas de juicios, iniciados
por denuncias efectuadas en su gran mayoría por elementos políticos
pertenecientes o cercanos al macrismo. Con el correr de los años, casi todas
estas causas derivaron en absoluciones o en dictados de “falta de mérito”
suficiente para continuar con el proceso.
Algún funcionario de la administración
kirchnerista demandó a Jorge Lanata, por los daños y perjuicios producidos por
las calumnias e injurias vertidas en sus programas de radio y televisión.
El periodista, en una de sus emisiones, contestó
estas denuncias judiciales con una carta abierta a la ya ex presidenta Cristina
Fernández de Kirchner. Mirando a la cámara en un primer plano sumamente
sugestivo, leyó una proclama que impactó fuertemente en el ámbito emocional de
un sector absolutamente entregado a sus ficciones y por entero captado en su
criterio. Dijo entonces:
“A mí me avergüenza que haya manejado este país,
ante la genuflexión y la cobardía de casi todos. Yo puedo ir a este juicio,
puedo ir a mil juicios. También, a lo mejor, algunos me lo ganan. Y me hacen
pagar, y pierdo todo… me pueden dejar sin nada. ¿Sabe qué?: yo viví gran parte
de mi vida sin nada, y era yo igual.
Ahora, usted sin nada es sólo una pobre vieja enferma y sola, peleando contra el olvido y arañando desesperadamente un lugar en la historia, que ojalá la juzgue como la mierda que fue”.
Ahora, usted sin nada es sólo una pobre vieja enferma y sola, peleando contra el olvido y arañando desesperadamente un lugar en la historia, que ojalá la juzgue como la mierda que fue”.
Y finalizó su alocución con una verdadera
profesión de identidad moral. Suya, pero también de cada uno de quienes
componen su audiencia:
“Esto se llama Periodismo para Todos”.
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