sábado, 28 de septiembre de 2019

Sección "PARTÍCIPES NECESARIOS" - HOY: Mariana FABBIANI

     Nombre completo: Mariana Paula Fabbiani Martínez
     Fecha de nacimiento: 8 de enero de 1975

No sé si es momento para críticas,
¿no?
Es un momento más de esperar, de tener paciencia,
¿no?
Es muy poco tiempo para ponernos a criticar.
También hemos resaltado que han salido los funcionarios
a explicar,
que también es algo nuevo de esta gestión,
¿no?
Que se equivocan, pero también dan la cara.
Me parece que justamente tenemos que tratar de empujar todos,
y tratar que este cambio que empezamos a SENTIR
sea un hecho:
que la gestión
se empiece a notar.
Por supuesto, es difícil para la gente.
Creo que son momentos en los que todos
nos estamos abrochando el cinturón,
ajustando,
¿no?
Los precios suben.
A la gente le cuesta mucho llegar a fin de mes.
El tema de los despidos quizás fue un poco fuerte.
Pero bueno, supongo que también tiene que ver
con esta primera etapa.
Creo que hay que darle tiempo,
¿no?
No ponernos enseguida en el lugar de tirar todo abajo.
Según lo que escuchamos, lo de la herencia es TERRIBLE,
¿no?
O sea:
la magnitud de la gravedad de lo que estamos viviendo,
¿no?
Entonces, va a llevar su tiempo y…
quizás….
no alcance…
un solo mandato,
¿no?
Pero ojalá se pueda encaminar
hacia lo que todos
necesitamos.

     Antes de que Mariana Fabbiani consumara el recitado que antecede en la mesa de Mirtha Legrand, a 100 días de la asunción de Mauricio Macri, “El Diario de Mariana” estaba por cumplir 3 años en el aire. Había sido incluido en la grilla de Canal 13 –del multimedios Clarín- como parte de la estrategia ofensiva de sugestión exitosamente afrontada por el macrismo. Apenas hacía un mes que el programa de Jorge Lanata –también transmitido por Canal 13- había comenzado a desgranar, para la indignación de “papis y mamis 2.0”, las peripecias literarias de una alibabesca “Ruta del Dinero K” que provocó la alteración colectiva de varios millones de máscaras morales.

     Mariana Paula venía del mundo del espectáculo y del modelaje; esgrimía, también, ser nieta del histórico compositor y orquestador de tangos Mariano Mores. Luego de algunos escarceos fotográficos, había participado unos pocos segundos en el video clip de Luis Miguel “Suave”. Los televidentes conocen su trayectoria, siempre desenvuelta sobre carriles moderados de masividad: conducción de programas de variedades, obras teatrales para niños, actuación en comedias superficiales, ciertos conatos elementales de baile y canto –grabó dos discos relacionados con participaciones en la televisión- animaciones en radio y presencias en el programa de Marcelo Tinelli.

     Probablemente, los estudios mercadotécnicos del equipo publicitario macrista hayan relevado con encomio esta impronta de trivialidad seductora que, por lo demás, viene en Fabbiani acompañada de una fuerte disposición gestual. Su enorme sonrisa persuasiva preside la belleza oficinista del rostro, cogobernado por evidentes ojos oscuros sumamente expresivos; fáciles guedejas coloreadas en tonos promedio enmarcan el dibujo matrimonial y caen sobre las primeras delgadeces de los hombros, que preludian la sobriedad de la silueta. La clase media aspiracional, voluntariamente exenta de todo compromiso con el Otro diverso, encontraría en Mariana –direccionada al bienestar por sus propias decisiones independientes- una vocera y a la vez un símbolo de sus propios estándares.

     Así es que las autoridades de “El Trece” la eligieron para el “giro político” de la primera tarde amable de los días hábiles. Desde allí ejerció su rol digitado y activo, antes y durante el ejercicio del poder formal por parte del macrismo.

     En su programa se mezclaban con sumo provecho novedades policiales con los últimos montajes de Periodismo para Todos; se interpelaban figuras del kirchnerismo ausentes frente a “panelistas” adictos; se alternaban las bambalinas de las novelas de Turquía con los entretelones terroristas del fiscal Alberto Nisman. Se invitaba, con frecuencia saturada, a los personajes del entorno Cambiemos: Mariana los entrevistaba en charlas más o menos informales, y allí desenvolvía el rosario de rictus y frases de influencia que tendían a excitar el cúmulo de prejuicios ya presente en sus espectadores.

     No pocas veces, las interrupciones de la emisión por las llamadas “cadenas nacionales” de Cristina Fernández (episodios de inauguración de escuelas, centros de salud, rutas, monumentos o centros culturales) eran luego objeto de crítica también en el “Diario”, que propiciaba desde el púlpito televisivo el “autoritarismo” y la “soberbia” de la entonces presidenta. No obstante, como perfil de comportamiento, Mariana rearmaba la compostura y afrontaba el resto del programa desde una instancia de resignación, ejemplo y aviso de la entereza anímica que “todos” debían aprender en homenaje a la obligada tolerancia.

     La empresa productora del programa, More Televisión S.A. -enmascarada bajo el nombre de fantasía “Mandarina”- tiene por uno de sus propietarios a Mariano Chihade, padre de los dos niños de Mariana Fabbiani y su pareja desde el año 2006. Se ha sindicado a Chihade como asiduo compañero de paddle de Mauricio Macri, en reuniones deportivas a las que iban también invitadas otras personalidades del entorno, como Gustavo Arribas (señalado, entre otras irregularidades, por comandar un grupo de espionaje a periodistas de la oposición), el actor Martín Seefeld (enfrentado por cuestiones ideológicas con su socio, el kirchnerista Pablo Echarri) y el Secretario de la Presidencia Fernando De Andreis. En algunos medios se describe al tándem Fabbiani-Chihade como “amigo de Macri y Awada”. 

     Desde diciembre de 2015, Mariana y su “Diario” asumirían otra función: la falsa consciencia construida debía, ahora, mantenerse viva. A medida que los operadores televisivos, políticos y judiciales iban produciendo resultados en consonancia con el plan perseguido por el nuevo gobierno, Mariana los reproducía en “DDM”, adecuados al temperamento adquirido por los oyentes luego de años de influencia sobre sus capacidades de inteligir.

     En una de sus emisiones, por ejemplo, se le ordenó sugerir que los jueces cobraban dádivas para disponer excarcelaciones en las causas seguidas contra empresarios y funcionarios del gobierno anterior. “Vamos un poquito con la actualidad” -explica Mariana desde los videos guardados en diversas plataformas- “con el tema político y judicial, que realmente es noticia en estos días y promete serlo [abre los ojos] en los próximos también. Tras la escalosa… eh… escandalosa liberación de Cristóbal López, este, con el  [abre los ojos] cambio de carátula incluido [aparta el largo flequillo con la mano], le siguió la liberación de Zannini y D’Elía el fin de semana, y también [acentúa la exposición de los tendones del cuello] ¡se comenta que podría estar PRÓXIMO a quedar libre, estee, De Vido!  [Se dirige a un panelista] Esto es un rumor muy fuerte que está circulando [vuelve a cámara] y [alza los hombros] también está circulando el rumor, el fantasma de las coimas [cierra los ojos] en la Justicia. Para todos es una [abre con intensidad los ojos] CERTEZA, pero… nadie… digamos… o como, como que está naturalizado, ¿no?

     Su jurado de periodistas afirmaba y acentuaba este papel: Diego Leuco, propagador consciente junto con su padre de falsedades funcionales dotadas de visos de verosimilitud y violenta derivación emocional; Mercedes Ninci, “movilera” durante las comparecencias de funcionarios del gobierno anterior a las indagatorias en las causas promovidas por denunciantes del macrismo; el antikirchnerista y periodista de cotilleo Ángel de Brito; Carmela Bárbaro, hija del peronista “anticristinista” Julio Bárbaro y otros.

     A la vez, Fabbiani era también reporteada. De esas apariciones de rol invertido, se destaca el trabajo de 2017 publicado en la revista LUZ: un compendio de vacuidad que, al mismo tiempo, pone en denuncia los derrumbes de lo crítico que marcaron la época. Motorizada por su propia batería de liviandades, Mariana explicó allí que perfectamente podía “conjugar los roles de mamá, esposa y profesional”; que “disfruta trabajar con su pareja”, en gran parte porque “lo admira”; que “cuando las cosas no van bien, nos sostenemos mutuamente”; que, cuando “no soy mamá o estoy trabajando, soy amiga, soy hija, soy hermana”; que “tengo suerte de estar muy enamorada de mi marido” y que “a veces estoy en el programa en el medio de una entrevista y pienso si le compré el cuaderno azul a Matilda para el colegio”.

     “Valoro el silencio”, dijo a un público no contradictor que está convencido de que, en él, residen todas las respuestas.

     Preguntada sobre cómo “se surfea” la pareja teniendo “nenes chiquitos”, Mariani confesó, articulando los mismos esquemas coloquiales que su público, que “no soy fundamentalista del colecho ni del no colecho”, pues “hago lo que siento”. Y remató, a través de una frase de efectivo impacto entre una clase media profundamente observada por el poder real: “los libros, en eso, para mí no cuentan”.

     Este desfile de moldes semánticos se repitió, pero con actuaciones opuestas, cuando desde el estrato de decisiones publicitarias se decidió que Fabbiani entrevistara al propio Macri. A pesar de las críticas de “invasión de lo político” en su programa –algo de lo que ella misma había protestado durante la segunda presidencia de Cristina Fernández- el “Diario de Mariana” transmitió en directo desde la Quinta Presidencial de Olivos. Eran, por entonces, tiempos de antesala a la contratación del préstamo más grande que el Fondo Monetario Internacional le extendiera a país alguno en toda su historia: 57.000 millones de dólares, un monstruoso salvataje que evitó la explosión financiera luego de que los operadores macristas convirtieran al país en una de las plazas especulativas más rentables del mundo. “Te gusta ver fútbol”, señaló Mariana, tuteándolo. “El otro día fuiste a ver el partido a la casa de un amigo, te tomaste esa licencia… ¿cómo es cuando decís ‘bueno, voy a la casa de mi amigo’…?

     Encaramada con soltura en el guion que le preordenara el equipo de mercadotecnia del presidente, Fabbiani destacó el uso por parte de Macri de medias de diferente color, como manifestación de una idea de integración en el Día Mundial del Síndrome de Down. Luego quiso saber, ya a totales espaldas de las concretas responsabilidades de Macri como ejecutor de un plan de exterminio social y económico, si “se puede ser un buen presidente y un buen padre”; y, más tarde, si era cierto que “Antonia maneja sola el carrito [de golf], y… ¿vos vas atrás?”.

     “Un papá o una mamá trabajan mucho y, sin embargo, quieren estar presentes”, convino, para cerrar el círculo empático. La entrevista vespertina alcanzó picos de 800.000 espectadores.

     Por entonces, una investigación independiente que fuera ignorada por los medios hegemónicos daba cuenta de que, entre octubre y diciembre de 2017, la productora “Mandarina” había recibido más de 5 millones y medio de pesos en pagos realizados por el Instituto Provincial de Lotería y Casinos de la provincia de Buenos Aires. Casualmente, la gobernadora María Eugenia Vidal fue entrevistada por Mariana el 25 de octubre de ese año, días después de la elección de medio término que llevó al triunfo a la lista de Cambiemos. En el mismo programa se había informado, en grandes zócalos, que “le quitaron los fueros a Julio de Vido y en minutos será detenido”.

     Su actitud colaboracionista, materializada en preguntas falsamente ingenuas como “¿Vos creés que puede haber violencia en la marcha de hoy?” cuando la movilización provenía de sectores opositores, y resaltar el hecho de que “la gente iba con sus chiquitos” durante las “marchas espontáneas” a favor del gobierno, fue evolucionando hasta alcanzar, en 2019, un punto de no retorno y necesidad de juzgamiento. En medio del recorte brutal que el macrismo impuso a las partidas de salud y de la negación oficial de medicamentos a decenas de miles de personas en situación de vulnerabilidad, su programa organizó un debate entre médicos acerca del “verdadero” valor de las vacunas. Luego de un intercambio de ideas, lograron consensuar una conclusión: “no está científicamente comprobado que las vacunas sean efectivas”.

     Inmediatamente, la Sociedad Argentina de Infectología emitió un comunicado en el que expresó su preocupación; además, la Defensoría del Pueblo denunció la emisión por “desinformar” en perjuicio de tópicos centrales relacionados directamente con el derecho a la vida.

     La estulticia y la derecha comparten un atributo doloroso: no tienen límites. Lo sencillo es tan absolutamente abordable por la crueldad que, en la abrumadora mayoría de los casos, queda la duda razonable acerca de si el simple, cuando es digitado, aporta un componente subjetivo a sus acciones o simplemente es tan insustancial que hasta le falta el dolo de delinquir. La discusión no es nueva: la división de tareas en el desarrollo del Holocausto puso en evidencia la posibilidad de que ninguno haya sido responsable y, a la vez, todos lo fueran.

     En cualquier caso, una disposición sensata hacia el bien obliga a condenar toda libre elección por el mal. Ésa, sin dudas, es la máxima que preside cualquier juicio de reproche.

     Sin embargo, debe tenerse presente que en toda estafa, el estafado participa del delito. La víctima que ahora pide justicia SABÍA que el billete de lotería premiado valía mucho más que lo que estaba pagando. Y así, cuando el juzgamiento moral caiga sobre los perpetradores, ¿quién de los pretendidos engañados podrá aducir que concurrió con ingenuidad a leer El Diario de Macriana?

jueves, 26 de septiembre de 2019

Sección "PARTÍCIPES NECESARIOS" - Hoy: Miguel DEL SEL

     Nombre completo: Miguel Ignacio Torres del Sel
     Fecha de nacimiento: 3 de julio de 1957

     Cuando Mauricio Macri le ofreció ampliar la estructura partidaria del PRO, postularlo a ejercer el cargo de diputado de la Nación y después gobernar la provincia de Santa Fe, Miguel del Sel le pidió unos días “para pensar”. Por entonces, su grupo cómico Midachi llevaba más de 6 meses de cartelera del espectáculo Midachi Circus, la coronación de una carrera de más de 27 años y 4 millones y medio de espectadores. Junto a sus compañeros Daddy Brieva y Darío Volpato había cumplido gran parte de un ideal consensuado: ser “empresario de sí mismo”, alcanzar la fama, asegurarse una fortuna para sí y para sus hijos y materializar con creces las ambiciones forjadas en el seno de una familia de ingresos apenas por encima de la subsistencia. Su proyecto de juventud había sido ser jugador de fútbol del admirado Club Atlético Unión; finalmente, egresó de un instituto público con el título de Profesor de Educación Física.

     Los lauros teatrales, cinematográficos y televisivos de Del Sel, así como su personalidad expresiva de rápida llegada a los sectores bajos y medios, pasaron un test de calificación desarrollado ciertamente a sus espaldas. Ya había sucedido algo similar durante la implantación del neoliberalismo en los años 90: para conquistar el favor de las mayorías masivas se había dado paso a la instalación de personajes populares en espacios que nunca antes habían ocupado. Así se fue ubicando en candidaturas de importancia a personajes populares, algunos de los cuales alcanzaron una notoria permanencia, como el corredor de automóviles Carlos Alberto Reutemann (dos veces gobernador de Santa Fe y senador nacional desde 2003) y el cantante Ramón “Palito” Ortega (gobernador de Tucumán, senador nacional y candidato a vicepresidente de la Nación). Otros, más efímeros, también lograron cierto apoyo de los electores: es el caso de la locutora y ex modelo Raquel “Pinky” Satragno (quien estuvo a punto de ganar la intendencia de La Matanza en 1999), del también cómico folklorista de seudónimo “El Soldado Chamamé” en la provincia del Chaco y la precandidatura del tropicalero “Ricky” Maravilla a la intendencia de Salta.

     Finalmente, Del Sel dio el sí. Mauricio Macri lo sumó a la sede Santa Fe de la Fundación Pensar y lo instituyó en Presidente del PRO en esa jurisdicción. A la vez, lo incluyó en las prácticas de entrenamiento especializado y le asignó un rol: el de “simple habitante de este país” que “sólo quiere que a todos les vaya bien”.

     Por el abandono de Del Sel, el grupo Midachi cerró su proyecto millonario. Miguel, a partir de entonces, inició su catapulta hacia las alturas de la interpelación y el ejercicio del poder.

     En la línea de degradación de la dinámica institucional disparada por el PRO –que encontraba por entonces un público ávido de críticas a las prácticas democráticas- los operadores conductistas del macrismo le instruyeron la confesión de “no saber nada de política”, a fin de construir aquella imagen de “vecino de a pie” a quien, por sus éxitos personales, lo habían “venido a buscar”.

     “Hay que ser buena gente, debemos hacer el bien, ser buenas personas, buenos amigos, buena familia. Hay que ayudar al otro, tenemos que vivir felices. La gente tiene sueños. ¡Qué bien se vivía antes! Jugábamos a la pelota en la calle, la gente tomaba mate en la vereda, volvíamos de madrugada a casa y no pasaba nada”. Del Sel apelaba a la evocación de un pasado hiperbólico en el que, como una Arcadia malograda por las emisiones contaminantes de la historia, las cosas sencillas de la vida se habían depredado en la hoguera de la codicia. “No hay que mentirle a la gente, no hay que robar, no debe haber corrupción”, repetía el candidato Miguel. “Escuchame, ¡cómo puede ser que acá no haya un médico!”, invitaba a pensar, en sintonía con las manifestaciones de “buen salvaje” que, al mismo tiempo, desgranaban otros personajes por todos los medios.

     Como parte del método de atracción psicológica que con aplicación de principios de mercadotecnia había elaborado el publicista rentado Jaime Durán Barba, Del Sel incorporó también los arquetipos de estigmatización que en especial las clases medias veían con agrado, por formar parte de un residuo de deuda espiritual que ancestralmente debieron reprimir. En consecuencia de ello, las propuestas del cómico versaron, por ejemplo, sobre concientizar a los empleados públicos de que debían contraerse al trabajo y no “fichar e irse a la peatonal”; que los niños de menores recursos debían ser inmediatamente educados “para que no roben”; que, si de él dependiera, “habría reemplazado los planes sociales por trabajo real”; que la única manera de construir un país es “trabajando y estudiando”; que “el campo es el gran botín de los gobiernos”; que las cloacas y la provisión de agua son necesarias para que “los negritos se bañen” y otros estándares mal inscriptos en el imaginario asalariado y pequeño cuentapropista.

     En todo momento, además,  desplegaba un estilo campechano y distendido, que incluía formas groseras e invocaciones rústicas e injuriosas. Quizás estos aspectos de poco gusto fueran un demérito, un golpe contra el sentir aspiracional de algunos sectores que aún hoy continúan identificándose con el macrismo a partir de sus ilusiones de pertenencia. Lo cierto es que, con toda claridad, Miguel del Sel estaba siendo construido como un apéndice subalterno de Mauricio Macri: por ello, debía devenir exento del brillo fálico del poder tradicional, de los atributos de la oligarquía y aun de los modos de interacción figurados a los que todavía propenden las franjas que se autoperciben dignas como estrategia de diferenciación. Lo que se procuraba, por ese entonces, era que los santafesinos obedecieran al que obedece, como una réplica de los patrones de producción ancestrales heredados de la Gran Inmigración.

     Así estructurado el andamiaje persuasivo y como plataforma de preparación para las elecciones a gobernador del año 2015, Miguel Del Sel encabezó la lista de candidatos a Diputados Nacionales de la alianza “Santa Fe nos Une” en los comicios de 2013. Obtuvo el segundo lugar con el 27,2 % de los sufragios y durante un año y dos meses ocupó un escaño en la Cámara Baja. Desde allí, fogoneó la polarización del escenario político, sin abandonar el personaje de “tipo sano” que no impone, sino que “viene a aprender”.

     Cuando renunció a su banca para lidiar por la gobernación de su provincia, dijo: “Fue una experiencia buena, pero me di cuenta de que no se podía hacer mucho con una mayoría del oficialismo que sólo vota leyes del Gobierno. Y que levanta la mano porque así se lo ordenan, sin debate”. Preguntado acerca de por qué dimitía, si su mandato duraba 4 años, contestó que “para mí no vale eso de ir con el cinturón de seguridad puesto, sabiendo que si pierdo sigo viviendo del Estado”.

     La misma tónica amigable de vínculo “hombre común / hombre común” le fue ordenado seguir durante su campaña proselitista con miras a ocupar la gobernación de Santa Fe. Con el propósito de ganar el favor de los sectores menos ilustrados, el ex Midachi apeló a la dotación de una impronta histriónica en todas sus apariciones –otorgando a la edificación de lo público el mismo cariz de grotesco que imprimía a sus números de vodevil- y también a aquella formulación de expresiones fuertemente chabacanas. Por entonces, sus detractores habían relevado un video de promoción filmado dos años antes. Allí Del Sel concertaba con un grupo de obreros: “Yo les aviso cuando venga la próxima, y ahí buscan la canchita. Yo pago el asado y comemos”. Uno de los trabajadores le preguntaba, a continuación: “¿Ponés la parrilla, todo?”. Y Miguel, entonces, remataba: “Ponela vos, qué querés, que venga con putas, encima, también”.

     Con el apoyo de Mauricio Macri desde Buenos Aires –a quien el mediático Del Sel promovía, a su vez, desde Santa Fe- la lista resultó victoriosa en las elecciones primarias de abril de 2015, por poco más de 3.000 votos sobre el Frente Progresista, Cívico y Social de Miguel Lifschitz. Sin embargo, perdió en las generales frente a la misma fuerza por tan sólo 1.504 sufragios. El nuevo electorado de Cambiemos apreció positivamente esta explosiva participación del ex artista de variedades y se convenció acerca de que la definitiva instalación del “cambio” ya, tan sólo, requeriría del transcurso del tiempo.

     Como parte de la exhibición del “equipo de gente honesta” que propiciaba Mauricio Macri para “el futuro del país”, Miguel del Sel fue orgánicamente convocado a la mayoría de las apariciones del candidato de las clases altas y de la clase media aspiracional. Del Sel, el “político apolítico”, había estado a un paso de ganarle a la política.

     Una vez en ejercicio del poder formal, Macri lo designó, sorpresivamente, embajador en la República de Panamá. También orgánicamente, el cómico aceptó. Sin un minuto de cursada en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación ni versación alguna en diplomacia, el profesor Del Sel sostuvo, desde el día de su propuesta de nombramiento, que iría al país centroamericano “a aprender”, una frase que, por entonces, la totalidad del arco de Cambiemos expresaba en cuanta oportunidad se diera, para denotar honestidad intelectual. Este mismo relevamiento positivo de la ignorancia –que, por lo demás, venían adoptando desde hacía décadas quienes a la postre resultaron votantes del macrismo- fue el escudo que lo dispensó de formular aclaraciones en abril de 2016, cuando Mauricio Macri y todo su círculo de influencia aparecieron en la investigación periodística de mayor relevancia mundial sobre casos de corrupción: los llamados “Panama Papers”.

     Por entonces, en su carácter de embajador, el comediante se hallaba donde el mundo centraba su atención. Los medios internacionales de prensa le exigieron respuestas acerca de qué actitud política tomaría Macri, a la luz de las renuncias que por decoro habían elevado otros involucrados notables como el primer ministro de Islandia, el ministro de Industria español y toda una ola de funcionarios en decenas de países. Mal aprendido de su libreto, declaró que el affaire de los Papeles trasuntaba “un problema entre privados y que, por ello, no le correspondía realizar ninguna declaración. Dijo, además, que no había hablado con el presidente “de este tema.

     Incapaz de sostener la potencia actoral que requería el andamiaje de falsedades, lealtades a la mentira y criminalidades complejas sobre el que se desarrollara la máquina macrista, Miguel Del Sel renunció a su ministerio el 12 de abril de 2017. En una de las mesas de la también ex actriz Mirtha Legrand se lo vio avejentado, superado por el rol que había aceptado cubrir y, en especial, consciente de que su participación en la etapa de afianzamiento del macrismo había terminado. Alegó en esa oportunidad sufrir depresiones, verse vulnerado por “los ataques de las redes sociales” e, incluso, haber “perdido plata” en su aventura, algo que los espectadores de toda extracción estimaron cierto, pues sin solución de continuidad retomó sus viejos vínculos con la revista y rearmó el exitoso grupo Midachi. Era aquélla su última hora política.

     Como los protagonistas de las tragedias clásicas, Del Sel parece haber caído en los desequilibrios que genera la audacia de desafiar lo preordenado por los dioses. Incluso, ya lejos de las arengas y de los mitines, “la política” a la que quizás jamás debió requerir le terminó dando una estocada infiel. En septiembre de 2019, la Cámara Nacional Electoral confirmó su condena a 6 meses de inhabilitación para el ejercicio de sus derechos políticos. La causa: apenas 5.000 pesos de diferencia en un balance partidario del año 2012, cuyo origen el artista popular no pudo justificar.

     Así Miguel Del Sel, escapando de su destino, encontró finalmente su destino. Pagando, incluso, por los que no pagaron. Algo así como haber sido sorprendido antes de colarse a la platea de Unión, instado por un nuevo vecino seductor, rico e impune que se divierte delinquiendo -de ésa y de muchas otras formas- con su banda de alcahuetes.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

"Lilita" CARRIÓ

     Nombre completo: Elisa María Avelina Carrió
     Fecha de nacimiento: 26 de diciembre de 1956

     “Lilita” Carrió es oriunda de la ciudad de Resistencia, provincia del Chaco. Allí cursó la carrera de Abogacía y fue luego profesora de Derecho Constitucional y Derecho Político.

     Durante el llamado Proceso de Reorganización Nacional (nombre que la última dictadura cívico-militar dio a su programa de cambio de paradigma económico y exterminio de minorías), fue funcionaria judicial: sin haberse aún recibido, el general Antonio Serrano, interventor de la provincia y amigo de Jorge Rafael Videla, la designó Fiscal de Estado. En 1980, durante la presidencia del genocida Roberto Eduardo Viola, fue nombrada Secretaria del Tribunal Superior de Justicia chaqueño. De este período, reiteradamente se ha reprochado a Carrió no haber intervenido con eficacia en la investigación de delitos de lesa humanidad cometidos por las autoridades de facto, como la desaparición forzada de personas en el ámbito de su jurisdicción y, en especial, la llamada “Masacre de Margarita Belén”, ocurrida en diciembre de 1976, que integró las acusaciones del Juicio a las Juntas en 1985.

     Otras noticias, nunca finalmente corroboradas, la vinculan con el tráfico de niños en la provincia: su primo, Alejandro Carrió, fue abogado de los hijos apropiados de Hernestina Herrera de Noble, que se oponían a la determinación judicial de su carácter de hijos de desaparecidos. Estas operaciones de secuestro y entrega de menores, según algunas versiones, la emparentan con el actual referente del Grupo Clarín Héctor Magnetto, cuyos hijos adoptivos habrían sido “conseguidos” por Lilita, según comentara en un programa radial José Pirillo, ex director del periódico La Razón.

     Quizás sus vínculos con el poder militar de entonces provinieran de su tía paterna, Nélida Avelina Carrió, casada con el teniente coronel Héctor Rodolfo Porma Ormaechea, jefe de Regimiento en el Chaco durante la dictadura.

     Lilita Carrió saltó a la escena política en el año 1994, cuando por gestiones de su padre –un conocido radical de su provincia- y del propio Raúl Alfonsín, logró ingresar en las listas para Convencional Constituyente.

     A partir de entonces, Carrió ocupó un espacio destacado en la vida institucional y, sobre todo, en el afecto de un sector a quien cuadraban sus participaciones y manifestaciones efusivas, siempre cruzadas por la idea de “honestidad” y de denuncia de actos vulneratorios de la virtud pública. Entre 1995 y 1999 fue diputada nacional por la Unión Cívica Radical; renovó este cargo hasta 2003, esta vez por la Alianza que llevaría a Fernando De la Rúa a la presidencia. Pronto, sin embargo, manifestó diferencias insalvables con la administración delarruista, lo que la condujo a generar una bancada propia que derivaría, en el año 2001, en la creación del partido ARI (Argentinos por una República de Iguales). Por esta lista, Carrió se postuló en las elecciones presidenciales de 2003 y obtuvo el quinto lugar, con el 14 % de los votos. El porcentaje creció a 23 puntos luego de los comicios del año 2007: la entonces Coalición Cívica ARI, que la llevaba como candidata a presidenta de la Nación, quedó en la segunda posición, con la mitad de votos respecto de Cristina Fernández de Kirchner. Continuó como Diputada hasta el año 2007 y luego fue electa para el período 2009-2013 por un espacio llamado “Acuerdo Cívico y Social”.

     Carrió se presentó como candidata a presidenta nuevamente en el año 2011: salió última, con poco menos del 2 % de los sufragios. Fue, sin embargo, otra vez diputada electa en el año 2013, dentro de una coalición de centroizquierda denominada “UNEN”.

     Durante los primeros años de su exhibición en el ámbito público, una clase media identificada simbólicamente con el desempeño de conductas por el camino de lo moralmente correcto le dispensó su simpatía. Es que Lilita, a la par de ostentar una impronta de firme conducción por la vida, denotaba un perfil de templanza en la lucha desigual contra las prácticas de corrupción enquistadas en el poder. Hacia principios de los años 2000, labró una fuerte imagen positiva a través de acciones que trasuntaban un apego incondicional a valores universales.

     En esta dirección, sus cada vez más adherentes la vieron promover audaces acciones de puesta en ejercicio de la legalidad profunda, como su trabajo para lograr la destitución de los jueces de la Corte Suprema de los años 90, sus denuncias contra Mauricio Macri por delitos y desfalcos cometidos contra el Estado, sus constantes renuncias a los espacios políticos que la incluían por discrepancias éticas con alguno de sus miembros, su actitud de renunciar a la banca en el año 2007 para ser sometida a un juicio por calumnias e injurias del que finalmente resultó victoriosa y el mantenimiento permanente de una postura que, con vinculaciones en el dogma católico apostólico romano y en la libre elección humana del camino del bien, sugería su rol de “azote de la corrupción”.

     Luego del pico de popularidad que la llevara a seriamente plantearse la eventualidad de ser elegida presidenta de la Nación en el año 2007, Carrió cayó en la estima de esa misma clase media que la había entronizado pocos años antes. Durante el llamado “conflicto del campo” de 2008, Lilita apoyó fuertemente a los sectores oligárquicos y desplegó su primera teoría conspirativa que involucraba al matrimonio Kirchner: según su versión, la necesidad de establecer las retenciones móviles provenía de la ejecución de un plan criminal kirchnerista, que incluía el robo de dinero de las arcas públicas y su extracción del país a través de “valijeros”.

     Desde esta marcada posición, Carrió se propuso reconquistar las posibilidades de poder que alguna vez había podido vislumbrar y, efectivamente, integrar espacios de concreta incidencia en la más alta política nacional.

     Si bien su futuro se había visto de alguna manera apagado por aquel magro resultado de 2011, tan sólo un año más tarde el poder real, fuertemente interpelado por el kirchnerismo a favor de la implementación de políticas de corte nacional y popular, decidió también hacerse nuevamente del poder formal. Para ello, implementó una campaña de penetración psicológica que exigía una enorme gravitación emocional: Lilita Carrió, por las excentricidades evidenciadas durante las puestas en tinglado de su fortaleza de carácter, resultaba un elemento sumamente aprovechable al fin de poner en marcha la maquinaria sugestiva que llevaría a Mauricio Macri a la presidencia.

     En sintonía con la propagación de una megalomanía mediática nunca antes vista, la diputada cumplió la función de dar fe de las imputaciones diarias que recibían Cristina Fernández de Kirchner y su entorno; como así también de avivar con fuego pasional e histriónico cada uno de los logros de persuasión que el macrismo iba consiguiendo a través del estímulo subjetivo comunicacional.

     Desde fines del año 2012, entonces, Carrió comenzó a desandar el camino hacia su participación efectiva en el escenario de la derecha. Como primer paso, abandonó la alianza progresista UNEN, en disidencia con una mayoría que no aceptaba su propuesta de unirse al macrismo.

     Durante este período, el despliegue de la andanada mediática -apartada de toda vocación ética- la tuvo como protagonista del desarrollo de un desvergonzado sendero de construcción de irrealidad, proyectos a los que Lilita Carrió aportó su apego por el dislate y una enorme capacidad de ejercicio de lo que sin dudas podría calificarse como un sucedáneo de la insania.

     En su carácter de herramienta de expansión de los métodos científicos de embelesamiento aportados por el duranbarbismo contratado,  Carrió ha sido una de las voceras de la vulgarización de enormidades evidentes y hasta grotescas que, no obstante, terminaron calando la estructura de millones que venían esperando por décadas un espacio legitimante de su miseria espiritual. Lilita, por ejemplo, impulsó la idea de que, independientemente de lo que dijera el Código Penal, el gobierno de Cristina Fernández popularmente elegido conformaba una asociación ilícita que enterraba el producido de sus fechorías en enormes campos de la estepa patagónica, también previamente robados al Estado. Sostuvo que los hijos de la entonces presidenta integraban este concierto criminal desde el mismo momento en que Néstor Kirchner había asumido su mandato: sus partidarios no advirtieron –ni, captada su voluntad, quisieron advertir con posterioridad- que la niña menor del matrimonio tenía por entonces 13 años.

     Sin revelar el origen de sus informaciones, en programas de apariencia periodística afines al régimen Lilita aventuró que los Kirchner habían obtenido unos 14.000 millones de dólares durante sus años de gestión, producto de cobrar dádivas equivalentes al 15 % del monto de cada impuro negocio; que el empresario Lázaro Báez es un “perro leal” de Néstor Kirchner dueño de “un emporio en EE. UU.”; que todas las corridas cambiarias ocurridas desde el 2003 hasta el presente fueron producto de manipulaciones por parte de agentes kirchneristas, de temores del mercado por las decisiones que Cristina pudiera tomar cuando era presidenta o bien del pánico de los operadores por que volviera a instaurarse el “populismo”; que el kirchnerismo fraguaba golpes de Estado a la sombra y que el país saldría adelante “si la clase media y media alta dejaran más propinas”.

     Elisa, además, instaló la idea de que el joven Santiago Maldonado, asesinado por acciones de terrorismo de Estado, se había en verdad suicidado. Dijo luego que existía “un 20 % de probabilidades de que se encuentre en Chile”. Cuando su cadáver finalmente apareció en un estado de descomposición que no se correspondía con la cantidad de días que estuvo desaparecido, aventuró que se había mantenido congelado en el río, “como Walt Disney. En una entrevista con Jorge Lanata, minimizó el homicidio afirmando que “hay una aspiración a lo necrológico” y que “parece que tenés que tener muertos para ser argentino”. Entendió, en definitiva, que todo el Caso Maldonado era una invención kirchnerista, lo que constituía algo “perverso, infrahumano y delictivo”. Durante una declaración, alegó que a Santiago “lo mató el gobierno”; más tarde, pidió disculpas y aclaró que se estaba refiriendo al fiscal Nisman y al gobierno de Cristina Fernández. Defendió, también, la hipótesis de una mancomunión violenta entre pueblos originarios argentinos y chilenos.

     Sostuvo, por otra parte, que Cristina Fernández realizaba viajes a Cuba para ponerse en contacto en forma secreta con agentes rusos, ya que “Putin está trabajando para el kirchnerismo”. Los fines últimos perseguidos por la ex presidenta serían, según sus dichos, “sostener la dictadura de Maduro en Venezuela” e “instaurar una dictadura como la de Maduro en la Argentina”. Afirmó, en otra ocasión, que Argentina se encaminaba a tener los mismos niveles de narcotráfico que México y  Colombia, como así también los de “Venezuela y Cuba”.

     Durante los debates por la institución del aborto legal, seguro y gratuito, se opuso a la sanción de la ley asegurando que, en épocas pasadas,  "era un orgullo entregarle la virginidad a un obispo. Entonces, si después [la víctima] puede abortar, la verdad es que queda impune el delito".

     Al producirse la derrota electoral de Cambiemos en agosto de 2019, Lilita sostuvo que hubo fraude por alteraciones provocadas por “patotas kirchneristas durante el escrutinio en los locales escolares. Sin embargo, el recuento definitivo realizado ante representantes de la Secretaría Electoral arrojó una diferencia aun mayor a favor de la oposición que la calculada en el escrutinio provisorio, el día de los comicios.  Durante un acto en el que se encontraba el propio presidente de la Nación, dijo que las elecciones se habían perdido porque sus votantes se encontraban “esquiando” o “de vacaciones en el verano europeo; y advirtió: nos van a sacar muertos de Olivos.

     Antes, cuando el candidato de Cambiemos fue vencido en las elecciones para gobernador de la provincia de Córdoba, Elisa invitó a pensar: “Lo que todo Córdoba tiene que plantearse es quién maneja la droga a partir de ahora”. Esta línea de terror toxicómano también apareció en sus opiniones respecto de las elecciones en Santa Fe: “Votar a Bonfatti es votar a Los Monos” (una conocida banda de narcotraficantes). Con doce años de retraso, denunció también fraude en las elecciones que perdió contra Cristina Fernández en 2007.

     La lista de desmesuras y barbaridades que la tuvieron por ejecutora es tan sumamente extensa, que su total compilación resulta prácticamente imposible.

     Promotora febril y compulsiva de acciones penales contra personas de todo signo, está convencida de que su misión es la de dar impulso inicial al proceso, aunque carezca de pruebas, pues es al órgano judicial a quien corresponde la averiguación de la verdad. Siguiendo este norte, ha denunciado a ministros, legisladores, empresarios, jueces, presidentes, concejales, fiscales, gobernadores, ex funcionarios y autoridades de todo rango, en ejercicio o no. Alguna de sus denuncias ha sido judicialmente rechazada por “evidente sinrazón”. Cree que en Argentina hay un peligro permanente de copamiento terrorista. Cree que sus acciones están guiadas por Dios.

     Muchas veces Carrió ha declarado que “no tiene ideología” y que su “única preocupación” es que la Argentina se enderece sobre la senda del bien y de la coherencia política y social. Sin embargo, su vida pública es un rosario extremista de alianzas y cismas, de lealtades y abandonos, de apoyo a las dictaduras y luchas por la vigencia de los Derechos Humanos, de silencios y verborragias, de amistades con aquellos a quienes antes había denunciado, de denuncias a quienes antes eran sus amigos, de lógicas e irracionalidades, de realidades palpables e irrealidades discursivas.

     Si atendiéramos a las centenas de contradicciones, desvaríos, excesos e hipótesis persecutorias que a lo largo de su vida política ha desgranado, probablemente no habría dificultad en encuadrar sus acciones como emergencias de una sintomatología delirante paranoide con marcados rasgos de misticismo y un cúmulo psiquiátricamente abordable de defensas histriónicas. Una suerte de “insana que representa peligro para sí y para terceros”, en términos del viejo Código Civil, habida cuenta de la violencia con que se manifiestan sus fantasías reivindicatorias y la ausencia de valoraciones frenopáticas de censura, síntomas que la disparan a la implementación de cientos de cursos de acción siempre desproporcionados y no pocas veces autoinjuriantes.

     No obstante estas graves notas de aparente patologización, cruzadas por una segura vocación por el desenfreno y la superabundancia discursiva y conductual –casi siempre exentas de toda adecuación a tiempo y espacio- hay quienes la instituyen como cabal representante de su estar en el mundo.

     Y así, en su última candidatura a diputada, la clase media porteña le ha renovado el timón de Ajab con el 51 % de los votos.