viernes, 20 de septiembre de 2019

Esteban BULLRICH

      Nombre completo: Esteban José Bullrich Zorraquín Ocampo Alvear
       Fecha de nacimiento: 26 de mayo de 1969

      El Ministro de Educación y Deportes de Mauricio Macri y luego Senador por la provincia de Buenos Aires proviene de dos castas patricias. El bisabuelo de su madre, María Ocampo Alvear, fue el tío del ex presidente Marcelo Torcuato de Alvear (1922 – 1928). A la vez, su propio tío por esta misma línea, Juan María Ocampo Alvear, ocupó la presidencia del Banco Central durante la última dictadura militar. Esta misma estirpe lo vincula con el Director Supremo Carlos María de Alvear, señalado como “agente inglés” durante los años que siguieron a la Revolución de 1810, al punto de bregar por que estas colonias pasaran a dominio británico.

     Por linaje paterno (su padre es Esteban Bullrich Zorraquín), desciende de Adolfo Bullrich, cuya casa de remates en Buenos Aires –conocida hoy como “Patio Bullrich”- fue el lugar en que las familias acomodadas de la sociedad porteña compraron los campos “ganados” luego de la Campaña del Desierto. El amigo de Adolfo, Julio Argentino Roca, encargado del masivo exterminio de pueblos originarios durante el último tercio del siglo XIX, lo designó Intendente de la ciudad de Buenos Aires, cargo que ejerció entre 1898 y 1902.

     Luego de cursar estudios primarios y secundarios en el bilingüe St. Leonard’s College del barrio de Belgrano, se recibió en 1992 de Licenciado en Sistemas y Computación por la Universidad de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios. Más tarde, realizó una Maestría en Administración de empresas en la Kellogg School of Management, casa de estudios sostenida por la empresa de alimentos Kellogg. Su experiencia educacional se reduce a dos meses de enseñanza de Matemática en un orfanato de Nicaragua, como parte de un programa de la Fundación Fabretto financiado por diversas empresas multinacionales.

     Ocupó puestos jerárquicos en la firma Alpargatas y en la frutícola San Miguel S.A. (gran empresa productora de cítricos). De la experiencia en esta última nació su consultora Fruitful Thinking S.A., fundada en 2002.

     Esteban Bullrich saltó del mundo empresario a la política durante los sucesos del año 2001, bajo el padrinazgo de Ricardo López Murphy, por entonces Ministro de Economía de Fernando De la Rúa e impulsor de fuertes políticas de ajuste. En 2002, luego de la debacle económica y social que motivara la renuncia del entonces presidente, Bullrich integró el partido “Recrear para el Crecimiento” liderado por aquél. El espacio, finalmente, terminó pasando a formar parte en 2009 de la alianza Compromiso para el Cambio a través de la unión con el PRO de Mauricio Macri. Fue Bullrich quien, en disputas de poder con el propio López Murphy, propuso la inclusión de Recrear en el espacio macrista. Por esta incorporación, y a la vista de que había perdido poder de decisión, el creador de Recrear se alejó de la institución.

     Bullrich fue presidente de la rama juvenil de aquel partido y asesor del diputado Hugo Martini, fue candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones de 2003 (en las que obtuvo el cuarto lugar) y finalmente, por acuerdos con el PRO, diputado nacional por el mismo distrito entre 2005 y 2007. En este último período, presentó un proyecto de Ley Federal de Educación que fue criticado, incluso, por sus propios compañeros de bancada. Durante 2006, en uso de licencia, cursó como becario de la Fundación Eisenhower Fellowships, un espacio cuya finalidad es “reforzar los lazos entre EE. UU. y los países del mundo”.

     Antes de la ruptura con López Murphy, integró la fórmula presidencial para las elecciones del año 2007: obtuvo poco más del 1 % de los votos.

     Su acercamiento al PRO de Mauricio Macri, desde la plataforma de Recrear, le permitió alternar personalmente con el líder boquense. Esta relación creciente lo llevó a ocupar en 2007 el cargo de Ministro de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires en reemplazo de María Eugenia Vidal, que había tomado una licencia por maternidad.

     Luego, en 2010 –y hasta el año 2015- Esteban Bullrich fue Ministro de Educación de la Ciudad, a pesar de que durante sus intervenciones en la campaña electoral del año 2009 (donde resultó nuevamente electo diputado) había exhibido una pizarra por él escrita con faltas de ortografía. En la cartera educativa dio marcha al llamado “Plan Sarmiento”, que consistió en la entrega de notebooks a alumnos y docentes de escuelas públicas. El Plan fue denunciado de fraudulento, por la determinación de sobreprecios estimados en más del 280 %.

     Bullrich, además, implementó una línea telefónica “0-800” para recibir denuncias anónimas y gratuitas sobre “actividades políticas dentro de las escuelas”, lo que incluía la “delación” de las actividades de centros de estudiantes, censuras a las opiniones de cualquier miembro de la comunidad educativa y sanciones a docentes que expresaban sus pareceres incluso acerca de acontecimientos históricos. La medida fue declarada inconstitucional, con posterioridad, por la Justicia porteña. No obstante ello, en el año 2015 Esteban Bullrich fue denunciado por desplegar él mismo maniobras de difusión político-partidaria en las escuelas, a través del envío de correos electrónicos a casillas institucionales de los establecimientos y a las cuentas personales de alumnos, padres y madres, gracias a la utilización de bases de datos que el Ministerio había ordenado previamente realizar.

     Esos listados también fueron utilizados para promocionar cursos ofrecidos por la empresa de uno de los socios del Vicejefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta: el empresario de plataformas educativas Gabriel Sánchez Zinny. Los inscriptos a cursos del programa “Adultos 2.000” recibieron entonces, en sus casillas de correo electrónico, promociones para realizar la misma cursada que en las instituciones públicas, pero con un año menos de duración, aunque a cambio de un precio que podía pagarse incluso por Mercado Libre.

     Por lo demás, Bullrich ordenó el cierre de cursos y talleres que consideraba “poco concurridos” o “insustanciales”. Mandó fusionar en un aula a aquellos grados o divisiones que tuvieran menos de 30 alumnos: el resultado fue la desaparición de más de 140 grados de escolaridad primaria, más de 50 divisiones de secundaria y la baja de otras 25 comisiones pertenecientes a escuelas técnicas, además del cierre de una Tecnicatura en Seguridad Social. Desde 2014, implementó un sistema de inscripción de alumnos en escuelas vía Internet que dejó más de 9.000 estudiantes sin vacante: con los años, el método continuó arrojando niños, niñas y adolescentes fuera del sistema y se sugirió a los padres que no podían costear instituciones privadas que “consigan lugares en escuelas de la provincia de Buenos Aires”, por entonces gobernada por Daniel Scioli, opositor del macrismo.

     Esteban Bullrich dio su visto bueno para la creación e implementación de “escuelas-containers”, que consistieron en la instalación, en patios y jardines de instituciones con sobredemanda, de contenedores portuarios en desuso y su “acondicionamiento” como aulas. Estos recipientes metálicos carecían de condiciones adecuadas de ventilación e higiene. Su puesta en uso violaba las normas que el propio Código de la Edificación imponía para la habilitación de establecimientos educativos en la misma jurisdicción de la que él era ministro.

     Además, se lo sindicó de haber firmado contratos por grandes cifras entre el Ministerio y una supuesta “empresa fantasma” del conductor televisivo Fernando Niembro, por servicios nunca definidos ni prestados. Este episodio sucedió en plena campaña presidencial de 2015, y Niembro –acosado por la aparición de otras denuncias- terminó renunciando a ocupar cargo alguno en el gobierno de Cambiemos. Bullrich ha sido aludido, también, en la firma de dos contratos millonarios con consultoras que fueron aportantes de la campaña macrista en ese mismo año.

     A pesar de haber reducido un 33 % el presupuesto educativo de la ciudad a la par de aumentar los subsidios para escuelas privadas, y de otras insuficiencias de su gestión (que lo condujeron, incluso, a poner su renuncia a disposición del Jefe de Gobierno citadino), la mayor parte de los integrantes del colectivo docente apoyó la candidatura de Mauricio Macri en el año 2015, quien prometió que, de ganar las elecciones, Esteban Bullrich sería Ministro de Educación de la Nación.

     En efecto: una de las primeras medidas del gobierno que asumió el 10 de diciembre de 2015 fue el dictado de un decreto inconstitucional que modificaba la Ley de Ministerios y creaba la cartera de Educación y Deportes, de la que Bullrich fue nombrado titular.

     De inicio, el novel ministro marcó la orientación de su tarea. Influido por su ascendencia amigable al genocidio, durante la inauguración de un hospital-escuela en Río Negro afirmó: “Ésta es la nueva Campaña del Desierto, pero no con la espada, sino con la educación”.

     La tarea del licenciado en sistemas, a partir de entonces, devino en un ensamble armónico con las medidas neoliberales impresas por el gobierno de Mauricio Macri. Decidido a no cumplir las pautas fijadas por la Ley de Financiamiento Educativo, subejecutó adrede las partidas presupuestarias correspondientes, con el fin de que el gasto del sector no alcanzara el 6 % fijado como mínimo en dicha norma: el objetivo de esta medida fue el de permitir el endeudamiento masivo que fomentó el macrismo, que debía enfrentarse sustrayendo dinero de las arcas públicas. Además, obstaculizó a los docentes el ejercicio del derecho de consensuar sus salarios a través de la celebración de paritarias.

     Si bien estas medidas fueron resistidas por un sector de trabajadores de la Educación, la mayor parte de los docentes, fuertemente permeable a la manipulación macrista, no cuestionó el empeoramiento drástico de sus propias condiciones de trabajo ni el deterioro progresivo del área. Esta mayoría, incluso, se opuso a las acciones de defensa implementadas por sus propios representantes gremiales, a quienes vinculó con “el kirchnerismo” y “la vagancia”. No obstante, los actores del sindicalismo más afines con la defensa de los derechos del trabajo educativo se mantuvieron firmes en esta tarea: no cesaron en la generación de planteos y, aun frente al cerco mediático hegemónico que tergiversaba su labor o propalaba mensajes falsos o estigmatizantes, continuaron cumpliendo su rol.

     Estos éxitos en la aplicación de castigos aceptados, en la atenuación de los efectos de las acciones gremiales y en la degradación del buen nombre de sus protagonistas, estimularon la curiosidad de los investigadores del periodismo no hegemónico, quienes, en su tarea por encontrar respuestas a tales contradicciones, descubrieron un video del año 2014 en el que Bullrich explicaba cómo aprovechar las limitaciones del otro para conseguir los objetivos propuestos.

     Decía el ministro en aquella oportunidad: “Al sistema hay que sacudirlo, y lo hemos hecho. ¿Qué es lo que hacemos para vencer esa resistencia? Primero: lanzar muchas iniciativas al mismo tiempo, porque el gremio focaliza. Entonces, cuando el gremio focaliza, estoy develando la estrategia, si se quiere, pero no importa, porque la estrategia es poco atacable igual: el gremio focaliza, vos le abriste doce, y las otras once pasan igual. Cuando se dieron cuenta de que alguna ya se implementó, van detrás de esa y avanzás con la que no habías avanzado. Un partido de ajedrez o de damas medio complejo, pero que funciona”.

     Por lo demás, la característica central de las apariciones de Esteban Bullrich en el ámbito público se han caracterizado por el ejercicio de una aparente torpeza que, en el nuevo contexto de relativismo de lo humanitario desplegado por el macrismo, podría también interpretarse como la manifestación de un rosario de actos de cinismo.

     En este sentido, Bullrich ha declarado que la ola de despidos provocada por la administración a la que pertenece tenía que ver con una “búsqueda de que cada uno pueda tener sus propios emprendimientos”. Propuso entonces que, entre varios trabajadores echados de sus empleos, se juntaran y abrieran cervecerías artesanales. Llamativamente, por aquellos días, las clases medias en descenso tomaron el mensaje y se produjo un florecimiento inusual de locales de este rubro.

     Mientras tanto, los “Panama Papers” le adjudicaban la propiedad de una sociedad “off shore” en Miami: Formar Foundation Inc., firma en la que figura como Director. Otros dos funcionarios del gobierno de Cambiemos integran los estamentos jerárquicos de esta empresa fraudulenta: Diego Fernández (su ex Jefe de Gabinete durante la gestión en la ciudad de Buenos Aires, dueño de la cadena Dashi Sushi Bar) y el ya conocido Gabriel Sánchez Zinny, favorecido por Bullrich a través de la venta de cursos en competencia con la educación pública porteña, ahora coordinador del Instituto Nacional de Educación Tecnológica.

     Aun frente a estos detalles de desarrollo preordenado de políticas de abolición de derechos, Esteban Bullrich no dejó de generar mensajes estimulantes de antivalores, como canal eficiente de llegada al poder del macrismo, y de su sostenimiento en el tiempo. Uno de los episodios más recordados se dio durante la firma de un convenio con la Casa Ana Frank de Alemania: en seguimiento de la propuesta duranbarbiana de revisionar favorablemente la personalidad de Adolfo Hitler (personaje que provoca efecto emotivo positivo en un sector de las clases aspiracionales argentinas), Esteban Bullrich sostuvo que “los sueños” de la niña asesinada por la barbarie nazi “quedaron truncos por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que promovía la intolerancia”. Con ello, sugería que el nacionalsocialismo todo tenía por finalidad generar la concordia entre los alemanes, y que el desarrollo de su plan de violencia y prácticas inhumanas estuvo cruzado por una impronta de falta de recursos o talentos para conducir a buen puerto el plan final. Ni la prensa adicta, ni sus seguidores, cuestionaron estos dichos.

     Una vez realizado el ajuste previsto en Educación, Esteban Bullrich fue designado por Mauricio Macri como candidato a senador por la provincia de Buenos Aires en las elecciones de medio término de 2017.

     Aquella campaña proselitista estuvo signada por los desaciertos, la torpeza y aun la impunidad de Esteban. Sin filtro moral alguno, y sabedor de la psicología de sus adherentes, declaró que “el camino que hemos emprendido todos los días tiene un metro más de asfalto, una sala más, un pibe más preso”. Por esa manifestación pidió disculpas días después, en un acto que su público afín ponderó como loable reconocimiento de errores. En otra fallida intervención superficial, criticó las tendencias laborales de los argentinos y sugirió su formación en disciplinas alternativas, como el pilotaje de drones.

     Durante los actos de campaña, Bullrich exhibió una notoria incapacidad de construcción de discurso eficiente, razón por la cual Jaime Durán Barba decidió reemplazarlo como emisor de mensajes por la gobernadora María Eugenia Vidal, que no se postulaba en aquellas elecciones  a ningún cargo. En las apariciones públicas, y a su lado, Esteban Bullrich permanecía en silencio, mientras Vidal voceaba públicamente las propuestas del futuro senador y respondía las preguntas del periodismo afecto. Carente de toda actitud crítica, el voto principal de las clases medias bonaerenses determinó la victoria de la lista encabezada por Bullrich que, además, logró incorporar a la operadora Gladys González en el Senado de la Nación.

     La misma progenie que lo une con el poderío roquista lo vincula por condición de sangre con la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Este parentesco también se remonta al fundador de la casa de remates: el hermano de su tatarabuelo Adolfo era Rodolfo José Marcos Bullrich, bisabuelo de la ministra. Hoy ambos comparten, por primera vez, la estructura de poder que procura la vuelta a aquel primer régimen del que su familia fue protagonista.

     Más voluntarioso y astuto que inteligente, su discurrir obtuso conduce, en ocasiones, a develar los verdaderos fines de la gestión de Cambiemos. Quizás el ejemplo más claro de estas revelaciones probablemente indeseadas sea su intervención en el foro conocido como  “Mini Davos”: en aquella oportunidad, afirmó que “Debemos crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”.

     De tal manera, a través de la expresión de una idea fuertemente vinculada con la exclusión y el vacío, Esteban Bullrich adelantaba el resultado de exterminio que dejaría el macrismo al final de su mandato, a exclusivo beneficio de sus perpetradores.

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