martes, 10 de septiembre de 2019

Gabriela MICHETTI

      Nombre completo: Marta Gabriela Michetti

     Fecha de Nacimiento: 28 de mayo de 1965

    Si bien algunas informaciones vinculan directamente sus inicios en la política con el partido “Compromiso para el Cambio”, liderado por Mauricio Macri, otras fuentes señalan que sus primeros pasos en la militancia corresponden a su adhesión al Partido Demócrata Cristiano, una fuerza que nació del antiperonismo de mediados de la década del 50. Michetti, por entonces, se enroló bajo el apadrinamiento de Carlos Auyero, representante del ala de centroizquierda dentro del movimiento y fuerte defensor de los Derechos Humanos.

      Pronto pasó a integrar el PRO y fue elegida, dentro de este espacio, legisladora de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 2003. Desde ese entorno, operó a favor de su jefe de partido Mauricio Macri para acentuar la degradación de la imagen pública del entonces Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra, luego de la llamada “Tragedia de Cromañón”. Fue miembro de una Comisión Investigadora de los hechos, desde la que se promovió la destitución del primer mandatario porteño, lograda en marzo de 2006. Sobre la base de esta victoria política y con promesas de restauración del orden, Mauricio Macri (que había perdido las elecciones de 2003 precisamente contra Ibarra) logró vencer en los comicios de 2007. Gabriela Michetti lo acompañó como Vicejefa.

      En ejercicio de este último cargo, Michetti debía presidir las sesiones del Cuerpo Legislativo porteño. Sin embargo, tan sólo concurrió a 3 de las 43 sesiones que se desarrollaron entre 2007 y 2008. En el año 2009, impulsada por la buena imagen lograda en el electorado porteño (que vio en Macri un representante cabal de sus metas aspiracionales y en Gabriela Michetti una “gestora progresista”) triunfó en las elecciones para diputada nacional, cargo que ocupó hasta el año 2013. Luego fue senadora nacional.

      Enfocado en la campaña presidencial, Mauricio Macri centró sus esfuerzos políticos tanto en el seguimiento del programa mediático de sugestión colectiva –diseñado y liderado por el ecuatoriano contratado Jaime Durán Barba- como en la formación de la estructura de poder que le permitiera extender las posibilidades de su partido vecinal a un movimiento de alcance nacional. Gabriela Michetti quedaría como reservorio de poder en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; sin embargo, perdió frente a Horacio Rodríguez Larreta la interna para Jefa de Gobierno durante el período 2015 – 2019. No obstante, su vigor como cuadro político local condujo a Mauricio Macri, luego de muchas dudas, a integrarla como vicepresidenta en la fórmula que interpelaría el poder del Frente para la Victoria.

      Sus primeros pasos presidiendo el Senado de la Nación estuvieron signados por la torpeza y el desconocimiento. Falta de práctica debido a sus constantes ausencias en la Legislatura porteña, no sólo omitió renunciar a la banca de senadora que ocupaba desde 2013 antes de jurar como vicepresidenta de la Nación; sino que, además, demostró una palmaria ignorancia del Reglamento interno de la Cámara. Debió ser asistida en todo momento por el vicepresidente primero; luego de la primera sesión, prometió “estudiar más”. Tiempo después, frente a una situación de empate en la votación artículo por artículo de una ley de “apoyo a emprendedores”, la vicepresidenta confesó: “El reglamento dice que hay que volver a votar y ahí, si hay empate, desempata el presidente. Me dicen acá, yo no sé. Yo no lo sé”.

      Ya por entonces, las informaciones vinculaban a Michetti con dos hechos de gravedad. El primero de ellos versa sobre el presunto cobro de dádivas con el fin de favorecer la actividad de trata de personas en el ámbito de la ciudad: fue nombrada en la declaración de Lorena Martins, hija de Raúl Martins, amigo de Macri y ex agente de los Servicios de Inteligencia del Estado, quien lideraría una red de prostitución forzada desde hace más de dos décadas, con conexiones en Argentina y en México.

      El segundo hecho tiene relación con la ocultación de un aparente robo sufrido en su casa el mismo día que Mauricio Macri fue elegido presidente de la Nación (22 de noviembre de 2015). En esa oportunidad, Michetti habría ocultado la sustracción de 245.000 pesos y 50.000 dólares, noticia que tomó estado público varios meses después, luego de las declaraciones de su empleada doméstica. Puesta a aclarar el asunto, la ya vicepresidenta emitió un comunicado en el que sostuvo que el dinero en pesos provenía de una donación en efectivo realizada a la Fundación SUMA que ella presidía, y que los dólares tenían por origen un préstamo solicitado a su entonces pareja, el “coach espiritual” Juan Tonelli. En su testimonio, la trabajadora manifestó que era “habitual” que en la casa de Michetti hubiera “bolsos con dinero”.

      El episodio del robo doméstico sacó a luz un cúmulo de presuntas irregularidades en el manejo de la mencionada Fundación, que fuera una de las principales herramientas de gestión de aportes para la campaña de Cambiemos a nivel local y nacional. Por empezar, resultó llamativo que el dinero se encontrara en una bolsa junto a la cama de la funcionaria y en efectivo, ya que la normativa vigente imponía que toda donación que superara los $ 50.000 se realizara por vía bancaria. Además, la reglamentación ordenaba efectuar dentro de los 30 días una declaración jurada de la ofrenda, manifestación legal que fuera omitida por SUMA, tanto respecto de ésa, como de otras donaciones. La averiguación de estas anomalías resultó la punta de un enrevesado historial de ingresos de dinero a la Fundación, exentos de todo sostén documental. La organización, además, no había presentado balances en la Inspección General de Justicia al momento de conocerse públicamente el hecho, coincidente con la aparición de Mauricio Macri en los Panama Papers.

      La Fundación SUMA presidida por Michetti, asimismo, exhibía en su página de Internet una nutrida lista de empleados, a pesar de no tener ninguno registrado ante la AFIP. Con todos estos antecedentes, SUMA –una persona jurídica cuyo objeto publicitado era “la cooperación, el trabajo en red y la suma de esfuerzos entre distintos actores de la sociedad para alcanzar un objetivo común y potenciar el impacto”- habría sido hacia el año 2015 una “cáscara societaria” destinada tan sólo a la recepción de sumas de dinero. Quizás este velado fin haya generado la necesidad de que diversas personalidades del PRO fiscalizaran de cerca su actuación, su dinámica patrimonial y todo cuanto hace a la real finalidad de su creación; y así, entre sus autoridades, es posible encontrar al Senador y ex presidente provisional Federico Pinedo (secretario de la fundación), a la ex legisladora Silvina Giudici (tesorera), a Hernán Lombardi (vocal), a Guillermo Montenegro (vocal), a Rogelio Frigerio (vocal) y hasta a la pareja de un conductor mediático fuertemente vinculado con el macrismo, Alfredo Leuco. En el año 2016 se denunció que esta última –Cecilia Ruth Brook- recibía un sueldo del Senado de la Nación, pero en verdad trabajaba para SUMA.

      Gabriela Michetti fue finalmente sobreseída por el juez federal Ariel Lijo, en el año 2017, de los cargos que se le imputaron en función de estas cuestiones.

      Otra de las acusaciones penales que sobre ella recayeron fue la relacionada con el reparto de avisos propagandísticos del Senado de la Nación en diversos medios. Según el portal El Disenso, Michetti habría repartido más de $ 3.000.000 en el lapso de un mes, sin control alguno, entre periodistas “amigos del macrismo”, bajo la etiqueta de “pauta publicitaria” y en violación a las normas aplicables. Su entonces novio, Juan Tonelli, también recibió contraprestaciones millonarias en concepto de servicios otorgados a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como organizador de eventos a través de la empresa “TOUGH MATCH S.R.L.”, como así también remesas en calidad de “pauta publicitaria” para su revista de buen vivir titulada JOY.

      Durante su gestión en el Senado de la Nación, Michetti articuló los mecanismos que finalizaron en el despido paulatino y programado de miles de empleados. Se jactó de ello en una entrevista: “en el Senado hice muchas cosas: arreglamos el edificio y eché a 3.500 tipos de los 7.000 que había”. Para encubrir la persecución discriminatoria por razones de ideología o pensamiento, afirmó que se trataba de personas que tenían “puestos políticos” y que “no renunciaron después del cambio de gobierno”

      Durante un encuentro en el Rotary Club de Palermo, justificó la violencia desplegada por el Estado macrista durante las manifestaciones en contra de la Ley de Reforma Previsional. En aquella oportunidad, dijo que “las fuerzas de seguridad actúan sacando a la gente como la tengan que sacar. Si no la pueden agarrar, viene el hidrante; o, si no, balas de goma en la pierna. Tenemos que dejarnos de embromar".

      Por lo demás, acaso en función de su menor vocación delictiva, Gabriela vez a vez despliega conductas lúdicas de trasfondo infantil que alcanzan alguna notoriedad, y que dan cuenta de cierta torpeza en la ejecución de las pautas que tiene asignadas en esta etapa de la evolución política del macrismo. Son de mención, al respecto, las forzadas caras de “seriedad severa” que se exige durante las alocuciones de la senadora Cristina Fernández de Kirchner, las dificultades para hallar las palabras adecuadas frente a preguntas de cierta complejidad, su metáfora de “la luz en el fondo del túnel que aparecería durante un “segundo semestre” de gestión y sus balbuceos informes al intentar hablar en francés o en italiano.

     No obstante ello, diversos medios dan cuenta de que, tan sólo entre 2014 y 2015, se patrimonio creció un 708 %. Esta modificación positiva de su riqueza llegaría al 1.271 % en 2017, con relación al mismo 2014.

      El denuedo puesto por Gabriela en el mantenimiento de la fidelidad prodigada a Mauricio Macri no fue, sin embargo, suficiente para sostener el peso de su influencia en Cambiemos. Con la aparición de María Eugenia Vidal –una joven ambiciosa con mayores dotes discursivas y sobre todo histriónicas- Michetti parece haber encontrado un límite tanto de popularidad como de gravitación en la toma de decisiones dentro del ámbito partidario. A fuerza de verdad, su vicepresidencia de la Nación responde a una mera cuestión coyuntural: el meteórico fervor emocional de los sectores de clase media aspiracional por el “tándem” Macri-Vidal, quien de este modo se constituyó antes de las elecciones de 2015 en la “vicepresidenta natural” de la fórmula macrista.

      La apuesta a María Eugenia para gobernar la provincia (un insólito “pase” de jurisdicción, ya que venía de ser vicejefa de la ciudad de Buenos Aires), hizo retroceder a Mauricio en la elección de su compañera de fórmula, que recayó en Michetti tan sólo por el favor residual que los votantes porteños y bonaerenses le prodigaban. Una suerte de ejercicio de una “memoria por los servicios prestados” aprendido de su padre que provocó, incluso, algún enojo en Gabriela durante las vacilaciones de Macri antes de definir las candidaturas.

      Es posible que, si triunfa en las elecciones presidenciales de octubre de 2019, Mauricio Macri le ofrezca a Gabriela un cargo de representación ante organismos internacionales, con sede en el extranjero.

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