domingo, 24 de noviembre de 2019

Claudio BONADÍO

     Nombre completo: Claudio BONADÍO
     Fecha de nacimiento: 1º de febrero de 1956


     Claudio Bonadío es el juez macrista que mayor incidencia mediática detentó durante el período de Cambiemos en el poder nacional. Su compromiso con las instrucciones recibidas del poder real se evidenció en la concreción de todo tipo de faltas –desde infracciones reglamentarias hasta delitos complejos- a efectos de impulsar material y efectivamente la persecución dispuesta por Mauricio Macri a funcionarios y figuras relevantes del gobierno que lo precedió, sin prevenciones de observancia de principios centenarios que rigen tanto el procedimiento penal como el Derecho Penal sustantivo.

     A tal punto esto es cierto, que el juzgado que dirige (llamado “Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº 11”) es conocido en el ámbito forense como “La Embajada; no sólo porque las causas que lleva se vinculan en forma directa con las gestiones norteamericanas de intromisión soberana en contra de los intereses de la República; sino, además, porque se le atribuye el regirse por leyes y procedimientos propios, independientes de lo que establece la normativa vigente.

     Son tantos los desvíos jurídicos, políticos y morales que afectan la conducta de Claudio Bonadío, que la completa descripción de sus venalidades y su explicación para un público neófito en cuestiones de Derecho demandaría la redacción e impresión de un número indeterminado de volúmenes.

     Sin embargo, durante el período de sugestión colectiva generado por aplicación de principios de mercadotecnia a fin de captar voluntades viciadas, la clase media aspiracional y el sector de imaginería perversa de las clases altas aceptaron sin contrapropuesta –aun, en ocasiones, expresando apoyo efectivo en la puerta misma del edificio de Comodoro Py- las ilegalidades y los fraudes procesales perpetrados por Bonadío y sus cómplices. Todos ellos tendían a la conformación del velo de regularidad con que la “opinión pública” necesitaba teñir el encarcelamiento de cualquier kirchnerista, como refuerzo de la idea de “respeto por las instituciones” verbalmente sostenida por Cambiemos.

     Bonadío no sólo fue un elemento de articulación arbitraria de estructuras disfrazadas de legitimidad para la cristalización de fines espurios. También se constituyó en figura de impacto emocional entre los partidarios del “cambio”, quienes vieron en él un hacedor de prisiones que satisfaría sus ansias ancestrales y simbólicas de exterminio, que ahora emergían en un clímax de concreción.

     Las vulneraciones procedimentales que lo tuvieron por ideólogo e implementador requirieron el concurso criminal de otros agentes: jueces igualmente corruptos, empleados infieles del mismo juzgado (que no se opusieron a sus órdenes contra legem) y operadores judiciales y extrajudiciales pagados por el poder o perpetradores a consciencia.  Quizás el más representativo de ellos, como se verá, fuera el fiscal venal Carlos Stornelli, ex jefe de Seguridad en el Club Atlético Boca Juniors durante las presidencias de Mauricio Macri en la institución y organizador de escuchas ilegales y falsas imputaciones a miembros de las ramas políticas opositoras al macrismo en el club de la Rivera.

     En definitiva, tal se advirtiera, no deviene posible compendiar con detalle la totalidad de sus quebrantamientos a la ley y a la moral. Sin embargo, un repaso rápido por sólo algunas de las acciones que tuvieron a Bonadío por protagonista resulta útil al efecto de trazar un mapa ético de su personalidad y de la orientación de sus conductas:

     . Parecería ser que Claudio Bonadío fue uno de los miembros de la organización “Guardia de Hierro”, una entidad que constituyó un reservorio del purismo peronista en conexión con un sector de la Iglesia Católica (en la que estaba incluido Jorge Bergoglio, luego Papa Francisco), que veía a la doctrina justicialista como una forma de cristianismo. La organización se disolvió luego de la muerte de Juan Domingo Perón; sus miembros, mayormente, distorsionaron en lo que luego se llamó “el PJ” o “la derecha peronista”.

     . Fue un estudiante tardío de la carrera de Derecho, que cursó en la gratuita Universidad de Buenos Aires. Se recibió a los 32 años, mientras militaba en el ala neoliberal del justicialismo, cuya ambición era recuperar el poder perdido por el golpe militar de 1976, y luego en las elecciones de 1983. Por aquellos tiempos, Bonadío se alineaba en el peronismo de la entonces Capital Federal de la Nación junto a Eduardo Vaca y Miguel Ángel Toma, rama afín a la organizada por el ex intendente y profusamente denunciado por corrupción Carlos Grosso.

     . Luego de derrocado el presidente Raúl Alfonsín a manos del golpe de mercado de 1989, Bonadío fue asesor del Ministro del Interior Carlos Corach y, más tarde, su Subsecretario de Asuntos Legales.

     . En 1994, a seis años de haberse recibido, fue nombrado juez federal. Tiempo después, el ex Ministro de Economía Domingo Cavallo fue investigado por Bonadío por enriquecimiento ilícito: Cavallo, entonces, denunció que había sido designado “a dedo”, sin haber efectuado un solo minuto de carrera judicial. Dijo por aquellos días el introductor más eficaz del neoliberalismo en Argentina que el nombre de Claudio Bonadío habría sido anotado en una servilleta, durante una charla informal de café presidida por Carlos Corach en la que se realizaba el recuento y postulación de jueces afines al gobierno de entonces. Cavallo, ya juzgado, dijo que Corach le habría pedido a cambio el “cajoneo” de varias de las causas que lo involucraban.

     . Como juez federal, fue acusado de sobreseer en forma apresurada o sin estudio suficiente de los elementos de cargo a una multitud de funcionarios del gobierno que lo designara. El caso más resonante fue el de Víctor Alderete por desmanejos en la intervención del PAMI, decisión que derivó en una denuncia efectuada por la Oficina Anticorrupción.

     . Otras de las particularidades arbitrarias que impuso Bonadío en “La Embajada” fueron las de impedir a los abogados defensores la compulsa del expediente o la extracción de copias; como así también “estirar” o reducir los plazos procesales para retrasar o apurar, según conviniera, el dictado de resoluciones consonantes con las exigencias del poder.

     . Aficionado al uso de las armas, en el año 2001 ganó su primer reconocimiento en el ideario violento de una mayoría ancestralmente cultora de antivalores, al dar muerte a dos delincuentes poco más que adolescentes que se acercaron a robarle. Desde entonces, especialmente las clases medias aspiracionales y las clases dominantes comenzaron a considerarlo como un juez razonable y probo.

     . No obstante, fue apartado de la investigación de la llamada “causa AMIA”, que buscaba esclarecer el atentado ocurrido mientras él era subordinado de Carlos Corach y amigo de Juan Carlos Galeano (juez que intencionalmente desviara el curso de la pesquisa). Se le reprochó no sólo no haberse excusado; sino, además, haberse abocado a resolver denuncias que lo involucraban personalmente, debiendo ser, en esas actuaciones, juez de sí mismo.

     . Fue denunciado en forma múltiple por disponer sin sustento fáctico-jurídico escuchas telefónicas y seguimientos a personas no implicadas directamente en las causas sometidas a su estudio, y también a funcionarios actuantes en los expedientes que lo tuvieron como magistrado. Este acto de vulneración de garantías esenciales del proceso penal y de las libertades individuales de los habitantes en general generó, entre otras reacciones, una denuncia del fiscal Alberto Nisman, quien lo sindicó de autor de amenazas contra su persona y la de sus hijas, y de perpetración de acciones ilegales de espionaje en su perjuicio.
     Tiempo después, Bonadío recibió la causa que relacionaba al fiscal Nisman, su madre, su hermana, su esposa, su empleado informático y un empresario con actos de lavado de dinero. El expediente, por las derivaciones de armado mediático favorable acaecidas luego del suicidio del fiscal, fue también “cajoneado”.

     Bonadío está a cargo, desde antes de la asunción de Mauricio Macri como presidente de la Nación, de una cantidad llamativa de causas contra ex funcionarios del gobierno anterior y, especialmente, seguidas contra Cristina Fernández de Kirchner. También se ha encargado de sobreseer a personalidades del macrismo denunciadas por delitos graves, como Luis María Blaquier y Emilio Basavilbaso, acusados del millonario vaciamiento del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (que asegura la continuidad del pago de jubilaciones y pensiones aun durante ciclos de depresión económica).

     Durante el período de gobierno de Macri, el juez Claudio Bonadío trabajó, entre otros, dos principales trámites en los que pidió el desafuero de la ex presidenta y actual senadora con el fin de encarcelarla; a cuyo efecto, previamente, dictó su prisión preventiva.

     La primera es la llamada “causa Hotesur”, de fuerte impacto entre las clases medias aspiracionales, afectadas por el manejo doloso de los medios de comunicación. Allí se indaga sobre el presunto fin de lavado de dinero perseguido por la familia Kirchner al alquilar con sobreprecios su complejo hotelero de El Calafate, provincia de Santa Cruz. El expediente se inició luego de ser preparado televisivamente a través de uno de los episodios de “Periodismo para Todos, el programa dominical de decisiva penetración en aquellas clases “antikirchneristas” que pretendían el derrocamiento, la prisión y la pena de muerte en cabeza de la entonces presidenta Cristina Fernández.

     Las irregularidades cometidas por Bonadío en esa causa fueron tantas y de tal magnitud, que terminó siendo relevado de su conocimiento y acusado ante el Consejo de la Magistratura por arbitrariedad y parcialidad. Una de las acciones más groseras que llevó a cabo en este expediente fue el de ordenar la realización de un allanamiento por parte de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires –creada y organizada por Mauricio Macri- precisamente en el inmueble hotelero ubicado en la provincia de Santa Cruz, acción que la ley expresamente prohíbe y que en su carácter de juez no podía desconocer.

     La segunda acción de importancia que dirigió contra la ex primera mandataria fue la llamada “Causa de los Cuadernos”. De gran impacto en el entendimiento exento de virtud racional de los adherentes al macrismo, el juicio se fundaba en cuestiones de hecho arquetípicas que adolecían de un fuerte componente ficcional y aun infantil, pero que adentró hondamente en las consideraciones de una población mayoritaria sumergida con decisión en las falsedades y contenidos emocionales televisivos, radiales, propagandísticos y expuestos por la prensa escrita.

     La “Causa de los Cuadernos” se sostiene, precisamente, en la declaración como “arrepentido” de un ex chofer estatal llamado Oscar Centeno. El trabajador, en apariencia impulsado por un sentir de honestidad irrefrenable, habría tomado notas en diversos cuadernos, durante años, de los lugares adonde le era ordenado trasladar a empleados o funcionarios que se dirigirían a recibir dádivas, para ser seleccionados en licitaciones de obras públicas.

     Sin embargo, los cuadernos no figuran en ese expediente más que como fotocopias certificadas, cuyos originales habrían sido quemados en una parrilla por el chofer Centeno, “por miedo a las represalias de Cristina”, y depositadas en la escribanía certificante.

     A partir de esos elementos a todas luces cuestionables desde el punto de vista del normal desarrollo del procedimiento penal (toda vez que resulta imposible peritar cualquier fotocopia y, en consecuencia, redargüirla de falsedad), luego de la declaración del “arrepentido” Bonadío ordenó allanamientos y detenciones nocturnas que calaron de forma efectivísima sobre el sentir honestista prevaleciente. Muchos de los arrestados eran empresarios y contratistas de obra: algunos fueron liberados luego de declaraciones desplegadas sin los elementos previstos en el procedimiento (por ejemplo, prescindiendo de la asistencia de letrados o defensores públicos oficiales); otros, eran privados inmediatamente de su libertad.

     Este procedimiento se llevó a cabo desde agosto de 2018 hasta enero de 2019, momento en el cual uno de los citados a indagatoria documentó los acercamientos que con él tuvieron el fiscal de la causa, Carlos Stornelli, y uno de los operadores del macrismo, un falso abogado llamado Marcelo D’Alessio, sobrino de Carlos D’Alessio, Escribano General de la Nación y aparente proveedor de quien finalmente certificó las fotocopias incriminatorias. Actas notariales, audios, videos y otras constancias fueron enviadas por el empresario al diario digital El Cohete a la Luna del periodista Horacio Verbitsky, quien, imbuido de su contenido, dio a conocer una de las más fenomenales articulaciones ilícitas del devenir político-judicial argentino, en perjuicio no sólo de funcionarios del gobierno anterior; sino, finalmente, de la administración de justicia en su totalidad.

     Es que, de acuerdo con esas constancias brindadas por el empresario Pedro Etchebest (quien, para evitar ser injustamente encarcelado, se exilió en EE. UU.), se habría fraguado una asociación ilícita entre Claudio Bonadío, el fiscal y antiguo empleado de Macri Carlos Stornelli y el abogado apócrifo Marcelo D’Alessio, con el fin de extorsionar a los imputados en la “Causa de los Cuadernos”, obligándolos a declarar contra Cristina Fernández de Kirchner a cambio de fuertes sumas de dinero y bajo amenaza de enviarlos sin más trámite a prisión, en caso de resistencia.

     El juez actuante en la causa que se abrió en virtud de estas noticias de extorsión es Alejo Ramos Padilla y tiene su asiento en la ciudad de Dolores, provincia de Buenos Aires. Frente a las pruebas traídas por Etchebest, Ramos Padilla ordenó regularmente allanamientos en la casa de Marcelo D’Alessio, como resultado de los cuales se colectó una enorme cantidad de material que daba cuenta de realización de escuchas ilegales, audios que comprometían a diputados macristas, al propio fiscal Stornelli, a Mauricio Macri, a su operador judicial Daniel Angelici y a un gran número de personajes del entorno presidencial. Llamado a indagatoria desde el 7 de marzo de 2019, a fines de noviembre de ese mismo año el fiscal renuente todavía permanece rebelde.

     A pesar de que la estructura judicial macrista intentó quitar la causa contra Stornelli y Bonadío de su conocimiento, Ramos Padilla defendió su competencia. Esa actitud le costó la exclusión de un concurso para juez electoral en la provincia de Buenos Aires: fue quitado de la terna por el propio Mauricio Macri, sin fundamento alguno, a pesar de haber quedado primero en el Orden de Mérito respectivo.

     Quizás la debilidad de actuación más relevante que afectó a Claudio Bonadío en el desempeño de su rol como ejecutor de la voluntad macrista no haya provenido de su ausencia de límites ni de su falta de determinación. Hasta los sectores más afines y aun obsecuentes y pendientes de cada manifestación de Mauricio Macri saben que el ungido presidente jamás pudo resolver, en su fueron íntimo, la cuestión del encarcelamiento de Cristina Fernández.

     Incapaz de pensar en sentido político y enfrentado a una estadista de fuste, Macri sufrió el mal que aquejó a muchas figuras de la historia respecto de sus enemigos: no saber qué hacer. En este punto, la psicopatía profunda del Niño Emperador no pudo constituirse en herramienta hábil al efecto de “hacer desaparecer” del contexto físico y del imaginario social a una de las piezas más descollantes del devenir político mundial. Como ya había dicho Lula da Silva, prisionero de los sediciosos:

Si me encarcelan, seré víctima; si me matan, seré mártir; si me liberan, seré presidente”.

     Cristina Fernández de Kirchner, con sus intervenciones, sus silencios y aun desde el peso saneador e inapartable de su imagen, desactivó a su respecto el aparato macrista de ilegalidades judiciales –liderado por el juez infiel Claudio Bonadío- y mantuvo su libertad durante el período de indignidad institucional iniciado en diciembre de 2015.

     Fue elegida vicepresidenta de la Nación, en primera vuelta, el 27 de octubre de 2019.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Sección "PARTÍCIPES NECESARIOS" - Hoy: Mirtha LEGRAND

     Nombre completo: Rosa María Juana Martínez Suárez
     Alias: “La Chiqui”; “La Diva de los Almuerzos”
     Fecha aparente de nacimiento: 23 de febrero de 1927

     1.- UN EPISODIO:

     El jueves 21 de septiembre de 1978, Almorzando celebraba la primavera con flores en el cabello de su conductora y una mesa de estrellas rutilantes: la por entonces menor de edad y modelo publicitaria Ginette Reynal, pariente de los aristócratas Blaquier aliados de la dictadura; el cantante salteño radicado en Puerto Rico Laureano Brizuela (luego, preso por evasión fiscal en México); el malogrado actor y galán vernáculo Claudio Levrino (muerto un año y cuatro meses más tarde, como resultado de una farsa en la que intentó demostrar a su esposa el carácter inofensivo de un arma aparentemente descargada) y la actriz, vedette y también futura evasora impositiva Susana Giménez. La mesa discurría acerca de la imagen argentina en el mundo.

     (Laureano Brizuela – En todo momento abrirá forzadamente los párpados en señal de franqueza): -Es muy notoria la campaña antiargentina que hay. O sea, hay un desconocimiento total de lo que pasa acá…

     (Ginette Reynal, interrumpe): -Sí… Total, total.

    (Laureano Brizuela): -Nadie sabe la tranquilidad que aun en los momentos más críticos se ha respirado siempre acá.

     (Ginette Reynal): -Sí…

     (Laureano Brizuela): -Se ha respirado tranquilidad, y ahora más que nunca, y...

     (Mirtha, interrumpe): -¿Lo notás, en tu lugar, donde estás viviendo?

     (Laureano Brizuela): -Sí, se nota. Hay una carencia de información; y por suerte hay sectores de la Argentina que están enviando publicaciones y las están repartiendo por todo el sur de EE. UU., inclusive hasta Nueva York…

     (Susana Giménez, interrumpe): -La carencia de información, Laureano, es una cosa, ¿eh? O sea, contra Argentina, yo realmente…

     (Ginette Reynal): -Y la poca información que hay se utiliza en contra.

     (Susana Giménez): -No puede ser que en Inglaterra no sepan que Buenos Aires es la capital de la Argentina. O sea: es una falta de cultura. Yo pienso que no es una cosa antiargentina. Porque yo no lo he notado, realmente (mira a Mirtha).

  (Mirtha): -Lo que estamos viviendo ahora es una campaña ORGANIZADA.

     (Susana Giménez): -Sí, ya sé. Pero hay lugares, por ejemplo en Chile, que yo pensaba que lo iba a notar y... ¡al contrario!

     (Ginette Reynal): -Sí, pero la gente que interviene en esa campaña organizada… hay mucha gente que, realmente, no sabe NADA de la Argentina. Yo me he encontrado con gente que me ha preguntado “¿Vos sos de Argentina?” “Sí”. “Ah, sí, de Caracas”. Así no puede ser, ¿te das cuenta?

     (Mirtha): -Aquí tuvimos invitados, hace poco, en este programa, al Príncipe de Orleans y a Jean Cacharel, el famoso Cacharel…

     (Ginette Reynal, sabe de qué se está hablando): Sí…

     (Mirtha): -…con una delegación francesa que vino, para saber o… no sé… para ADVERTIR qué era lo que pasaba en Argentina. Estuvieron aquí con nosotros, y yo en uno de los momentos les dije que… lo único que pedía era que realmente reflejaran lo que habían visto, lo que habían vivido en nuestro país, ¿no? Y ellos comentaban que… yo realmente les hice el comentario de cómo se atacaba a nuestro país desde Francia; y ellos dijeron algo muy inteligente. Dijeron “¡Pero Ud. sabe que también se ataca a Francia, desde Francia!

     (Invitados): -¡Claro, sí!

     (Mirtha): -Los franceses se atacan entre sí… las cosas que le dicen a su presidente, a sus ministros. Hay un ministro que tuvo que renunciar, por las cosas ESPANTOSAS que le decían, ¿no? (sonríe).

     (Susana Giménez): -Lo que pasa es que en Europa todo el mundo dice lo que se le da la gana de todo el mundo. ¡Inclusive en Inglaterra contra la REINA!

     (Claudio Levrino): -Claro.

     (Susana Giménez): -Y… frente a Buckingham. O sea, ponen un cajoncito ahí, se paran y, o sea... hay una libertad TOTAL. Uno habla de lo que CONOCE. Eso es lo que detesto más en la vida: que la gente hable y juzgue de cosas que no conoce, en todos los órdenes.

  (Mirtha): -La campaña contra el Congreso Internacional de Cáncer, el que se hace ahora, ¿no? El Congreso Internacional…

     (Susana Giménez): - Pero, ¿qué es esto? Yo pienso que es un grupo…

     (Mirtha, sonríe): -Está todo orquestado, ¿no?

    (Laureano Brizuela): -Ésas son las colonias argentinas en cada país, ¿no?

     (Ginette Reynal): -¡Claro!

     (Laureano Brizuela): -Porque, curiosamente, la gente que se ha ido del país se ha ido cada uno por su lado, digo… en el caso de Puerto Rico, por ejemplo. Para mí es increíble encontrarme con la colonia argentina tan grande que hay allá. Y que estaba totalmente desmembrada cuando yo llegué… Conocí un par de argentinos por ahí sueltos; pero cuando empezó el Mundial… empezaron a transmitir por televisión, pagados por los grupos argentinos de ahí, de gente que vive allí. Se reunían en una especie de taberna muy graciosa que hay, adonde habían alquilado un telón muy grande y donde todo el mundo veía el Mundial en colores, transmisión directa. Y el júbilo que hubo después, y los paseos por toda la ciudad de San Juan, caravanas de coches… La gente no entendía al principio mucho…

     (Mirtha): -Yo creo que nos hizo mucho bien, mucho bien.

     (Laureano Brizuela): -Eso hizo muchísimo bien.

     (Claudio Levrino): -Aparte, aunque les duela a mucha gente, somos los Campeones del Mundo durante cuatro años (risas). SOMOS LOS MEJORES DEL MUNDO DURANTE CUATRO AÑOS.

     (Laureano Brizuela): -Aunque muchos digan que es un premio moral…

  (Claudio Levrino): -Eso fue lo más rescatable del Mundial. Eso fue… lo que mejor… lo que mejor…

     (Susana Giménez): -Eso fue lo que nacionalizó… ¿o nacionalización? ¡Nos unió, nos unió!

     (Ginette Reynal): -Digamos: frente a una pelota de fútbol o un partido de fútbol somos todos iguales, ¿no? (todos: Claro, claro).

     (Mirtha): -Nos argentinizó, ¿no? Nos argentinizó.

     (Claudio Levrino): -A mí lo que más me conmovió de este Mundial, al margen del resultado, es VER A LA GENTE SALIR A LA CALLE CON LA BANDERA. (todos: "Impresionante, increíble"). Yo he LLORADO como un CHICO, y de repente… a vos te da mucha vergüenza mostrar tus emociones; y de repente empezás con ese falso concepto machista de que el hombre no tiene que llorar. Y yo me acuerdo de que estaba parado, en la Avenida Santa Fe –iba al teatro- y SOLO… ¡me di cuenta de que lloraba, lloraba, lloraba…!

     (Mirta, interrumpe): -¡Yo también, el último partido! ¡TODOS lloramos! Hombres mujeres, ¡el presidente, lloraba! Yo vi al presidente Videla también con lágrimas en los ojos…

     (Claudio Levrino): -Yo lo estoy contando ahora y sigo emocionado, eh…

     (Mirtha, fuerza la exhibición del rostro): -¡Mirame a mí…!

     (Claudio Levrino): -Por eso te lo digo, por eso te lo digo.

     (Laureano Brizuela): -El argentino, realmente, es TAN defensor de lo suyo afuera, que se lo conoce como… a veces se toma la actitud del argentino como una pedantería, de LO MUCHO QUE HABLA de lo suyo, aun estando afuera, ¿no?, pero...

     (Mirtha, interrumpe): -Fanfa, ¿no? Fanfarrón (risas).

     (Laureano Brizuela): -Se cree eso, pero… en Puerto Rico, por ejemplo, decían: “Si el Papa llega a salir Argentino, ¡quién los aguanta a ustedes! (risas).

    (Mirtha): -Yo de eso no digo nada, porque hice un comentario una vez y recibí una carta de una señora muy molesta diciendo que no podía mezclar una cosa así… Todo de muy buen humor, porque además hace a nuestra esencia eso: ser argentino. No era una irreverencia; al contrario: estaba dicho con todo respeto… creo que en pocas audiciones, como la nuestra, se cuidó mucho la semana de la muerte del Papa… que no hubiera cosas extemporáneas o cosas que pudieran molestar a todos los católicos, ¿no es cierto? De manera que aprovecho esto para decirlo.

     (Leandro Brizuela): -Yo creo que todo el catolicismo está contento por la elección, ¿no? Pero creo que hubiera hecho mucho bien la elección del primer Papa latino, ¿no?, o sea… latinoamericano, digo.

     (Mirtha): -Mmmm…

     (Susana Giménez, fuera de plano): -Nunca lo van a permitir

     (Mirtha): -Qué tal el postre. ¿Está rico, chicos?


     2.- OTROS ANTECEDENTES:

     ¿Quién sesgaba la conversación que precede, que de los argentinos somos derechos y humanos había derivado impropiamente hacia la condena de las posibilidades de un catolicismo de izquierda? A noviembre de 2019, es posible relevar estos datos:

     . Fue reina de un corso hace más de 80 años.

     . El título le abrió la puerta a una participación en una película de Niní Marshal, junto con su hermana, hace más de 79 años.

     . Esa película le trajo otra, hace 78 años.

     . Con supuestos 14 inviernos, hace también 78 años, fue elegida para co-protagonizar Los Martes, Orquídeas, comedia ícono de la llamada “época de los teléfonos blancos”: narraciones románticas pasatistas de corte burgués decorado, distanciadas de toda.

     . El film generó una explosión de nuevas incursiones artísticas tanto en televisión como en radio y un salto a la popularidad. Ello la conectó con el productor francés Daniel Tinayre, con quien se casó hace más de 72 años.

     . Los éxitos cinematográficos la condujeron a iniciar una carrera como artista de televisión, hace casi 70 años.

     . Para aprovechar su enorme llegada al público de clase media y clase alta, su marido le produjo diversas obras de teatro, desde hace más de 62 años.

     . Filmó la última de sus 38 películas hace más de 54 años.

     . En 1968, hace más de 51 años, inauguró el ciclo Almorzando con las Estrellas –luego Almorzando con Mirtha Legrand- que resultó ser una de las emisiones más longevas de la televisión mundial. Desde entonces, la Diva tuvo incursiones sólo esporádicas en el teatro, la radio y la ficción televisiva.

     Desde el piso de los almuerzos, pensado para un público adulto de estándares aspiracionales, Mirtha desplegó un ideario de pertenencia que atrajo fuertemente a una audiencia padeciente de síntomas de desclase e identificada desde su imaginario con metas de lujo y servidumbre a su cargo. A tal fin, la producción cuidó no sólo que los decorados y el arreglo de las mesas lucieran con la pompa y el boato instalado en las ilusiones del mediopelo y en las costumbres de las clases privilegiadas: también cedió a las cada vez más intensas necesidades de expresión de Legrand, siempre vinculadas con la prevalencia de las categorías de propiedad privada respecto de las exigencias de convivencia democrática.

     A fuerza de verdad, Martínez Suárez adujo haber sido censurada únicamente por gobiernos constitucionales, comenzando por el peronismo (que no sólo le habría prohibido su obra Vidalita, en la que salía vestida de gaucho; sino que, además, le habría impedido a la productora de su marido la compra de celuloide virgen); siguiendo por la presidencia de María Estela Martínez de Perón (que la habría “sacado del aire”); pasando por la de Raúl Alfonsín y, más intensamente, durante los 12 años de gobierno kirchnerista.

     A cambio de ello, Mirtha desarrolló en sus emisiones una fuerte defensa de claras preferencias pudientes que prescindían de la regularidad institucional, más allá de evidenciar una ajenidad evidente con lo nacional y popular, categoría vulgar que distaba con evidencia de sus exhibiciones suntuosas.

     Especialmente durante la dictadura cívico-militar, Martínez se encargó de cubrir con el velo de la falsa magnificencia y el discurso afectado las atrocidades cometidas por los genocidas que protagonizaron el período de facto. Encabalgada en su aparato mientras día a día se secuestraba, torturaba y mataba población civil, “La Chiqui” comenzaba sus emisiones practicando algún paso de baile distendido sobre melodías de violines, entre ornatos de oropel que sus adherentes percibían en sentido de grandeza patrimonial y pertenencia a estratos superiores.


     3.- EL PERÍODO MACRISTA:

  Ya supuestamente octogenaria, Rosa María fue convocada por el equipo de publicidad del macrismo para activar la campaña de sugestión colectiva que derivó en la elección del líder de Cambiemos como presidente de la Nación.

     En miras de este menester, la plataforma Legrand resultaba sumamente adecuada a los fines de excitar las ilusiones aspiracionales de los sectores medios, salvados de la miseria gracias a las políticas populares de redistribución implementadas durante los gobiernos del matrimonio Kirchner y que ahora, a más de 10 años de la debacle y con sus necesidades de diverso orden satisfechas, disparaban ilusiones de ascenso hacia metas que creían alcanzables a partir, tan sólo, de su voluntad individual.

     Así, Mirtha Legrand fue, desde su espacio televisivo orientado a los “berretines” de la (des)clase media, una de las propulsoras más eficaces de la instalación de la figura de Mauricio Macri en el imaginario aspiracional, y también una de las constructoras y aseguradoras más intensas e impúdicas de la cosmovisión del "gran público". Incluso el tratamiento de “diva” -dispensado por el ambiente artístico a su favor- coadyuvó a generar convicciones de abolengo conectadas con las pretensiones de privilegio instaladas en ese colectivo de base migratoria, que se resiste a considerar su cercanía con la pobreza y pavonea sus escasas posibilidades disfrazadas de lo más caro que pocamente pueda comprar.

     Por su mesa, durante las tareas de fascinación del "vecino medio", pasaron todos los candidatos del cambio y luego todos los funcionarios del macrismo, con paulatina desaparición de invitados del ámbito peronista. Las charlas que se generaban partían de estándares aceptados de “robo kirchnerista”, de “soberbia de Cristina”, de “devastación del país”, de “concesión de privilegios a quienes no trabajan”, de “negocios turbios con la plata de todos nosotros”, de “imperio de la droga y la corrupción” y otros moldes de fuerte penetración emocional. En el desarrollo de sus banquetes, por el contrario, cualquier cuestionamiento a la figura del presidente recibía una amonestación de Mirtha: incluso, llegó a retar a una actriz que, al ser presentada, deslizó el gesto “rockero” de poner dedos en “V”, bajo el reproche de “así saludan los kirchneristas”. De estos ejemplos existen sobradas imágenes, videos y transcripciones en miles de portales y páginas de la red.

     Tanto la construcción de estos escenarios de exposición como las actuaciones llevadas a cabo por Martínez Suárez durante sus transmisiones no parecen haber sido gratuitas o producto de una simple orientación discursiva. En marzo de 2018, diversas fuentes denunciaron que la productora de Legrand, regenteada por su nieto –un joven empresario también beneficiado por el macrismo con un inesperado cargo de “asesor” en Fabricaciones Militares- cobraba cifras millonarias por cada intervención guionada de celebridades macristas, como la gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal, la ministra de Defensa Patricia Bullrich (favorablemente relevada por la clase media luego de la imposición de la “doctrina Chocobar”) o el mismo Mauricio Macri, acompañado de su esposa y de su hija pequeña. Por lo demás, Legrand ingresó en el círculo de grandes empresarios beneficiados con la reducción del Impuesto a las Ganancias dispuesta en el año 2016: se estima que el ahorro anual por el descuento fiscal rondaba, por entonces, los 10 millones de pesos.

     El día de su aparente cumpleaños número 89, apenas iniciado el nuevo gobierno, el flamante presidente la felicitó por teléfono. Mirtha aseguró a la prensa que había estado esperando ese llamado. Preguntada por los motivos de aquella expectativa, Legrand confesó:

     Bueno, porque soy bastante amiga y porque… hice mucho para que este gobierno gane.

     Más adelante, hacia las postrimerías de la administración macrista, Mirtha emitió una frase de fuerte impacto emocional: “Daría mi vida para que el kirchnerismo no vuelva nunca más. A tal punto la aseveración resultaba cierta, que cuando Mauricio Macri eligió al senador venal Miguel Ángel Pichetto para que lo secunde en la vicepresidencia, Martínez Suárez montó en cólera y reprochó fuertemente la decisión. Dijo, por entonces, que Macri la había decepcionado y estafado; actitud que disparó un llamado de censura del entorno presidencial a su nieto-gerente, quien la obligó a pedir disculpas en la siguiente emisión.

     Sin embargo, aun con la victoria en primera vuelta de la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández de Kirchner, Mirtha no ha entregado su vida a la causa. Antes bien, goza todavía de un encomiable estado de salud, que le permite disfrutar sin más escollos que los de sus propias limitaciones humanistas de una fortuna estimada durante el primer año de la presidencia de su amigo en unos 1.167 millones de pesos (cerca de 73 millones de dólares de entonces).

     Ignoramos si durante la presidencia de Mauricio Macri ese patrimonio se ha incrementado geométricamente, como ha ocurrido con el caudal dinerario de todos quienes integran el Prontuario de Gabinete.