Nombre completo: Rogelio FRIGERIO
Fecha de Nacimiento: 7 de enero
de 1970
El Ministro del Interior, Obras
Públicas y Vivienda de Mauricio Macri es nieto de Rogelio Julio Frigerio (1914
– 2006), un político de la vieja época hijo de inmigrantes y enriquecido en
virtud de su enorme capacidad empática y acuerdista. Tanto, que fue mentor y
posibilitador del histórico pacto Perón-Frondizi, de acuerdo con el cual el
líder popular, cuyo partido se encontraba proscripto, apoyaría a este último en
las elecciones de 1958. Con posterioridad, debió renunciar al cargo que ocupaba
en el gobierno frondizista y, luego del golpe de Estado de 1962, exiliarse en
Montevideo. Años después, al regresar al país, obró de vínculo e influencia
entre Héctor Magnetto y Ernestina Herrera de Noble: así, desde su primer puesto
en la Dirección del periódico de mayor venta en Argentina, el hoy dueño del
Grupo Clarín comenzó su carrera de gran porte en el ámbito de los medios de
comunicación.
Su padre, Octavio Frigerio,
también posee una fuerte vinculación con el peronismo y a la vez con el
“desarrollismo” impulsado por Rogelio Julio. A los 50 años se afilió al Partido
Justicialista y ocupó diversos cargos públicos durante la década de 1990.
Alternó la actividad empresaria con cierta notoriedad pública como político. Es
hoy, a los 81 años, el presidente de un movimiento llamado “Peronismo para el
Desarrollo”.
Rogelio (nieto), sin embargo, se
inclinó desde siempre por la actividad empresarial y la formación intelectual,
cuyas capacidades y dotes parece haber heredado de su abuelo. También ocupó
cargos durante la última década del siglo pasado: entre 1996 y 1998, fue
Subsecretario de Programación Regional y luego Secretario de Programación
Económica y Regional hasta 1999. Se dedicó luego a la docencia universitaria en
carreras de grado y posgrado relacionadas con su licenciatura en Economía.
De profesión neoliberal,
representó al país ante organismos centrales del capital internacional, con
fuerte influencia en las economías de países “emergentes”, como el Banco
Interamericano de Desarrollo, el Banco Mundial y el propio Fondo Monetario
Internacional. Incursionó también en otros ámbitos de fogoneo de las
desigualdades fundadas en la división internacional del trabajo: fue presidente
de la Asamblea de Gobernadores del Banco Centroamericano de Integración
Económica, Gobernador alterno ante el Fondo Financiero para el Desarrollo de la
Cuenca del Plata y Representante de la República Argentina en el Grupo de Alto
Nivel de Coordinación de Políticas Macroeconómicas del MERCOSUR. Desde allí,
elaboró posturas, propuestas y proyectos relacionados con el espacio de
relegamiento decidido para el país por las potencias centrales.
Frigerio fundó, además, la
consultora “Economía y Regiones”, una de las grandes críticas de la gestión
kirchnerista, a quien acusó, desde una óptica de presunto cuestionamiento
científico a favor de los intereses de los capitales líderes, de tergiversar
datos oficiales para obtener réditos políticos.
Estas altas aptitudes
intelectuales y, en especial, su decisión de apartarse del andarivel de
amigabilidad peronista que había caracterizado al desarrollismo fundado por su
abuelo, fueron advertidas por los operadores macristas. En el año 2011, ya incorporado
al PRO, fue elegido legislador en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, origen
geográfico del partido liderado por Mauricio Macri. La propia Legislatura dio
su visto bueno para que Frigerio, dos años después, ocupara la presidencia del
Banco Ciudad. Su predecesor fue Federico Sturzenegger, a quien el macrismo
había relevado como realizador de políticas de favorecimiento a los sectores de
mayor acumulación de riqueza.
Durante los dos años que duró su
gestión en la banca oficial porteña, Frigerio también contribuyó a construir la
andanada emocional/irracional que depositaría a Mauricio Macri en el poder. Con
la anuencia de los publicistas del PRO, lanzó una línea de créditos para
“primera vivienda”, cuya propaganda instaba a tomarlos para “dejar de
alquilar”. Lo cierto es que tales créditos ofrecían sumas insuficientes para
adquirir una casa o un departamento en la ciudad de Buenos Aires, una de las
plazas de mayor valor por metro cuadrado del país. Además, demandaban el
cubrimiento de exigencias imposibles de afrontar por parte de los prestatarios,
como el porcentaje máximo del salario afectado a la cuota. El programa fue
intensamente expuesto como demostrativo del espíritu de progreso: en afiches y
carteles ubicados principalmente en las estaciones de subterráneo, se mostraba
a parejas jóvenes accediendo a su hogar, en un montaje estético que resultaba
de eficaz penetración en el entendimiento de la clase media aspiracional, principal destinataria de
los préstamos. Sin embargo, de los 11.000 créditos disponibles, la propia
ciudad admitió haber asignado unos 2.000. Otros estudios, indican que éstos
fueron menos de 1.000; en todo caso, hacia el año 2015, tales refutaciones no
resultaban de atención para el público macrista, muy captado por aquellos días
en su capacidad de intelección franca e informada. Es por ello que sus
declaraciones de abril de ese año, referidas a que los créditos otorgados por
el Ciudad eran “muy poquitos”, no interesaron a nadie.
La entidad, bajo su
dirección, se vio involucrada en acusaciones de contrataciones indebidas con la
empresa “La Usina Producciones”, del periodista adicto Fernando Niembro. Es que el Banco había publicitado en un programa que Niembro producía en el canal Fox Sports, durante
la celebración de la copa mundial de fútbol Brasil 2014. Este episodio se sumó
a otros de similar corruptela que implicaron a diversas reparticiones del gobierno de la Ciudad en pagos a la firma de Fernando Niembro por
prestaciones de servicios “periodísticos y/o publicitarios”. El total denunciado fue de 21
millones de pesos entre 2012 y 2015 (según las cotizaciones de aquellos
períodos, unos dos a cinco millones de dólares).
Durante el año 2015, a sabiendas
de la falsedad de sus dichos, sostuvo que “Macri no va a devaluar. El Gobierno actual ya
devaluó. Ha sido el que más devaluó en el mundo en los últimos 12 años".
Ya ungido ministro del Interior,
Obras Públicas y Vivienda, Rogelio Frigerio se constituyó en una herramienta
permanente de implementación de políticas neoliberales motorizadas por el Ejecutivo
macrista, de generación de consensos forzados con los gobernadores de
provincias afines y opositoras, y de justificación de las acciones
pauperizantes de la nueva administración.
En materia social, fomentó la
transformación del Plan PROCREAR (que procuraba la compra de viviendas por
parte de personas de recursos bajos y medios) en un sistema de créditos
sumamente onerosos, actualizables a través de las llamadas “UVAs” (Unidades de
Valor Adquisitivo), que siguen las cifras de la inflación. Gran parte de la
población que había confiado en las promesas de estabilidad económica y
financiera exteriorizadas por Mauricio Macri y sus adláteres durante la campaña
presidencial, tomó estos créditos, en la certeza de que, como había asegurado el presidente, “la inflación es lo más
fácil de bajar”. Con el transcurso de los semestres, el gobierno macrista
generó que la República Argentina tuviera la tercera tasa de inflación más alta
del mundo: a la fecha, existen asociaciones de titulares de “créditos UVA” a
punto de ser rematados que no discuten las políticas económicas, sino que tan
sólo solicitan, también en seguimiento de una moderación acorde con sus metas
aspiracionales, “una tasa razonable”.
Rogelio fue uno de los “puentes
de enlace” tendidos entre el gobierno macrista y el Fondo Monetario
Internacional, que en mayo de 2018 comenzó a incursionar en la economía
argentina, luego de que Néstor Kirchner ordenara pagar las últimas sumas
debidas, diez años atrás. Incluso, defendió en el Congreso de la Nación –que lo
interpeló- los recortes presupuestarios que se generaron como consecuencia del
empréstito de 57.000 millones de dólares pedido a la entidad. Ese mismo año,
también se posicionó a favor de la desaparición del Fondo Sojero Solidario, que
repartía el 30 % de lo recaudado en derechos de importación de la soja entre
las provincias. Frente a los reclamos de algunos gobernadores, y echando mano
de recursos oratorios de alto componente fascinador, mintió: “desde el gobierno
estamos agregando ingresos a las provincias, a través de recursos automáticos
de libre disponibilidad”.
Al mismo tiempo, fue sindicado
por la asignación discrecional de recursos nacionales a provincias y
municipios, habiendo otorgado más dinero por habitante a territorios afines que
a jurisdicciones opositoras. Durante el primer año de su gestión, la provincia
de Santa Cruz vio reducidas fuertemente estas asignaciones, lo que le impidió
abonar en término y cantidad los salarios de empleados públicos y continuar con
la realización de obras y planes comunitarios. Luego de un período de
negociaciones (y del envío de activistas que apedrearon la casa de gobierno en
2016, para generar una escena preconcertada de “indignación popular” en la única provincia
gobernada por una mujer de apellido Kirchner) logró la asistencia
económica que sostenidamente había venido recibiendo y que por motivos
políticos, con la anuencia del ministro Frigerio, dejó de percibir.
En cuanto a cuestiones
electorales, Rogelio Frigerio se mostró sorprendido por la existencia de
aportantes falsos a la campaña bonaerense de Cambiemos en el año 2017, dato que
no podía escapar de su conocimiento en función de las competencias de su
cartera. Adujo que, en el asunto “debe actuar la Justicia”: más de dos años
después, el caso no se halla resuelto. Para cerrar toda discusión, declaró que
se fomentaría el dictado de una ley que impusiera la obligación de “bancarizar”
todos los aportes, una iniciativa a la que se opuso el arco empresario,
acostumbrado a la celebración de acuerdos más informales y menos expuestos con
el poder político. Finalmente, en julio de 2019, un decreto firmado por la
vicepresidenta Gabriela Michetti permitió las donaciones de dinero a campañas
políticas a través de transferencias bancarias, sin dejar de lado la
posibilidad de contribuir en efectivo, con la sola condición de que esos aportes
figuren en un balance anual.
A pesar de haber sido acusado de
utilizar aviones y helicópteros oficiales para traslados relacionados con la
campaña de reelección de Mauricio Macri, y de las imputaciones de nepotismo (su
padre, su esposa y uno de sus tíos ocuparon cargos públicos durante su gestión como
ministro), Frigerio mantiene una impostación de extrema higiene estética que lo
posiciona en un lugar de franca aceptación en los grupos de comportamiento
aspiracional. Así también lo exhibe el propio Mauricio Macri en sus invectivas
proselitistas, como elemento de diferenciación respecto de las poluciones
corruptistas que emocionalmente asigna al kirchnerismo.
Como parte de la agresión
deplegada por el macrismo en los medios de comunicación desde fines de 2012
–que provocara uno de los fenómenos de sugestión colectiva más irracionales y
masivos de la historia del país- Frigerio participó dolosamente en la
construcción de discurso emocional, a sabiendas de las falsedades que
propagaba. Consultado en 2014 sobre el nuevo valor del dólar a 8 pesos, dijo:
“El ajuste ya está en marcha y de
la peor manera posible, que es con inflación. Acá hay un feroz ajuste en la
economía y no hay margen para seguir sin hacerse cargo de los problemas. Al
gobierno se le acabó la cancha”.
La clase media, intelectualmente
desactivada, creía entonces que vivía una debacle y que su futuro estaba
hipotecado por culpa de Cristina Fernández de Kirchner.
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