sábado, 12 de octubre de 2019

Alfredo CORNEJO

     Nombre completo: Alfredo Víctor CORNEJO NEILA
     Fecha de nacimiento: 20 de marzo de 1962

     Como muchos de sus correligionarios, comenzó militando en la agrupación Franja Morada mientras estudiaba la carrera de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Cuyo. A los 37 años ocupó su primer cargo político: secretario de gobierno de César Biffi, intendente del Departamento de Godoy Cruz, provincia de Mendoza. Si bien logró ingresar en la Legislatura local durante el 2002 como senador, un año más tarde fue convocado por el gobernador Julio Cobos para ocupar el cargo de Ministro de Gobierno; en la misma administración fue también, por algunos meses, Ministro de Justicia y Seguridad.

     En 2005 fue elegido diputado nacional, pero dos después decidió postularse para ocupar la intendencia de Godoy Cruz. En aquella oportunidad, en línea con la afinidad entre Cobos y el matrimonio Kirchner, Alfredo Cornejo apoyó la candidatura de Cristina Fernández para la Presidencia de la Nación. Los buenos resultados económicos de la gestión nacional traccionaron votos a favor de todos los candidatos con ella alineados, y así Alfredo logró ser ungido edil del distrito.

     Los acontecimientos políticos posteriores marcaron un distanciamiento entre Julio Cobos y la Presidenta Cristina Fernández: Cornejo cerró filas dentro del radicalismo y cortó, a partir de entonces, todo lazo político con cualquier lista del peronismo. Su encomiosa administración, centrada en la eficiencia del accionar municipal y en el realce estético de los espacios públicos, le abrió las puertas a la reelección en el año 2011.

     A tono con las tendencias “antikirchneristas” del momento, desplegó su talento para encauzar la invectiva mediática puesta en acto por el macrismo en la construcción, disputa y ejercicio del poder local. Así, logró ser elegido gobernador de la provincia en el año 2015. Fue mentor y parte, a ese fin, de la cesión de la estructura de la Unión Cívica Radical al PRO porteño, lo que le infundió argumentadas codicias de llegar al Poder Ejecutivo Nacional.

     Ya en la gobernación, Alfredo Cornejo desarrolló una fructuosa etapa de coordinación genuflexa con los arbitrios timocráticos de Mauricio Macri. Sus objetivos centrales fueron proscribir y estigmatizar al peronismo provincial para asegurar la hegemonía de su fuerza política, e integrar la fórmula de la reelección de Macri en 2019.

     A esos efectos, ofreció la provincia como campo de experimentación de prácticas antidemocráticas y de recorte de derechos conquistados. En este sentido, Cornejo aceptó participar activamente en el escenario de sugestión mediática propuesto por el macrismo, y valerse de él para dar impulso a su ideario brotado de absolutos. En una provincia cuyas interacciones sociales tienden mayoritariamente a asegurar un esquema naturalizado de desigualdad, el gobernador instaló un entramado de ideas-fuerza de índole totalitaria:trabajo”, “orden”, “presencia policial”, “limpieza”, “conducta” y una decidida vocación de exhibir a Mendoza como “provincia modelo del Cambio en el ámbito nacional. Contó, para ello, con la aquiescencia de un amplio sector afectado de afanes disciplinaristas.

     Una de las primeras medidas adoptadas, de intensa pretensión saneatoria, fue la de supeditar el cobro del 10 % de las remuneraciones docentes a la verificación del cumplimiento de una asistencia perfecta, con muy escasas excepciones de justificación. Con ello, a la vez de subordinar a un núcleo-testigo del movimiento obrero, comenzaba a validar la estigmatización del sindicalismo como garante de la “vagancia”: quien faltara por cualquier motivo, y especialmente quien se plegara a las huelgas, no cobraría el “ítem aula”. Su vocación autoritaria y el alineamiento con las políticas nacionales de desvalorización del trabajo lo condujeron a disponer incrementos salariales por decreto y en cuotas, en torno al 15 % anual (frente a una inflación real de más del 50 %), suprimiendo en los hechos las discusiones paritarias. Una población docente mayoritariamente adicta tomó de buen grado estas medidas despóticas y se opuso, inclusive, a los reclamos y protestas entablados por sus propios colegas.

     Impulsado por el afán punitivo de una sociedad conservadora y determinista de fuerte vocación discriminante, Cornejo elaboró un proyecto de Código Contravencional que pena conductas preparatorias y tiende a mantener la misma “tranquilidad jerárquica” que sus votantes procuran para la vida de la provincia. La norma, inspirada en los viejos edictos policiales largamente tachados de inconstitucionales, contiene un elenco de conductas reprimidas insuficientemente descriptas, de modo que resulten finalmente interpretables por el arbitrio de los agentes de seguridad y aun por el juez. Cornejo impulsó así la puesta en vigencia de los llamados tipos penales judiciales” que impiden orientarse por la norma y dejan librado el patrimonio, la libertad y el honor de los habitantes a la unilateral apreciación de las autoridades, como medio directo de acoso social.

     En tal dirección, el digesto represivo prevé multas y prisión para quien “ofendiere a una autoridad pública” o “se hallare en estado de manifiesta embriaguez”; pune a los padres que se atrasen en ir a buscar a sus hijos a la escuela, castiga al que “adquiriere indumentaria de las fuerzas de seguridad, sin pertenecer a las mismas”, por el solo hecho de adquirirla y sanciona al que portare “llaves alteradas o contrahechas”, junto a otras conductas con único anclaje en preconceptos fundados en la apreciación moralmente desviada de las apariencias.

     Penaliza, además, a quien “evidenciare una conducta sospechosa, a personas en situación de calle que utilicen “medios fraudulentos para suscitar la piedad ajena”, a quien “circulare en cualquier tipo de medio de transporte reiteradamente por los mismos sitios”, a quien “mostrare signos de haber escalado tapias o haber intentado hacerlo”, a quien “fingiere actividad a los efectos de observar bienes o personas”; al que “provocare humo, aun cuando no hubiere riesgo de propagación” y al que “encendiera fuego, sin causar incendio”. Incluso, pena a los padres de aquellos traviesos que “a través de mofas o señas”, “AGREDAN” a sus maestros.

     Su proyecto, sancionado por una Legislatura mayoritariamente afín, avanza también sobre la no punición de acciones privadas, prohibiendo la realización de eventos masivos “en locales cerrados, sin dar aviso a la autoridad competente”. Esta implementación le ha facilitado abrir el “frente económico” de su tarea de persecución política, a través de la aplicación de multas a manifestantes y organizaciones de corte opositor, criminalizando así la protesta a favor de la higiene del espacio público.

     Para la efectiva aplicación de este repertorio punitivo y también en armonía con las políticas de disuasión brutal echadas a andar por el gobierno nacional macrista, Cornejo se ha valido de una herramienta policial comprada a través de aumentos salariales, a la que dotó de elementos para el ejercicio abusivo de una violencia institucional mayormente aplaudida.

     Su consigna proselitista de 2017, en apoyo a los candidatos del “cambio” para las elecciones de medio término, fue “Mano Firme”. Siguiendo esta tónica, y con el fin de exhibir su severidad mercadotécnica entre los habitantes de una jurisdicción ávida de ensañamiento contra sectores relegados, la policía cornejista fue voluntariamente manipulada y ejerció durante toda su gobernación actos aberrantes de exceso. Por caso, en octubre de aquel año, detuvieron a una persona ciega que pedía limosna, en horario pico vespertino y bajo la excusa de encontrarse “drogado y haciendo disturbios”, lo que ciertamente no era verdad. Son también conocidas en Mendoza las “razzias” en el transporte público con el fin de encarcelar sin más a quienes no pudieran demostrar el pago del pasaje: se prohibió de facto, para facilitar las detenciones, que un tercero se hiciera cargo del boleto, aunque fuera familiar o amigo. Además, la policía local articuló en forma permanente acciones de hostigamiento contra poblaciones en situación de vulnerabilidad, impidiendo su arribo a centros urbanos y solicitando selectivamente identificación, por simple “portación de rostro”.

     Durante los debates del Código Contravencional, Cornejo mandó apostar un gran número de efectivos en una sala de la Legislatura, hecho que fue denunciado por varios representantes de la oposición como intimidante y atentatorio de las libertades de expresión que atañen a la calidad de los miembros del congreso provincial.   

     Para lograr la validación judicial de sus faltas democráticas, Cornejo introdujo en la Suprema Corte provincial jueces afines a sus aspiraciones y a la ideología macrista, del mismo modo que Gerardo Morales en Jujuy. Uno de ellos fue su propio ministro de Gobierno, Trabajo y Justicia.

     En materia persecutoria, el gobernador influyó sobre la actuación de una fiscal también adicta al régimen a fin de conseguir el encarcelamiento de Nélida Rojas, representante en Mendoza de la agrupación Tupac Amaru. En consonancia con el espíritu de la época, le mandó promover un conjunto de causas en la que se la sindicaba como autora de los delitos de asociación ilícita, extorsión, amenazas coactivas y administración fraudulenta, en el marco de la ejecución de programas de viviendas sociales. Igual que Morales y también a través del apoyo de operadores macristas, Cornejo desactivó el fuerte poder local de la organización en sectores populares y criminalizó, de paso, la acción social no estatal. Luego de cuatro meses de prisión preventiva, Nélida Rojas y otros miembros fueron dejados libres en virtud de un fallo de la Octava Cámara del Crimen, que justipreció la situación procesal de los imputados de acuerdo con criterios de justicia ajenos a las tendencias aprioristas propiciadas desde el Ejecutivo. Como represalia, Cornejo mandó tramitar juicio político contra los magistrados que suscribieron esa sentencia.

     En el entorno sanitario, un inmediato convenio verbal con el intendente radical del Departamento de Guaymallén abrió las puertas al ensayo masivo de la llamada “Cobertura Única de Salud”, un plan que busca reemplazar el Sistema Nacional de Salud por otro de carácter más restrictivo. El programa incluye la generación de una masiva “big data”, recopilación de información sensible de los habitantes de la jurisdicción (más de 300.000) que, bajo la pretensión de garantía de efectividad, edifica una plataforma de herramientas para la puesta en marcha de acciones de control social.

     A pesar de que el agua es un recurso sumamente escaso en la provincia, Cornejo dispuso por decreto, aun sobre las reglamentaciones que protegen el recurso hídrico, la permisión de la técnica de “fracking” para extraer petróleo. Este procedimiento demanda la mezcla del fluido con unos 200 elementos contaminantes y genera pasivos ambientales de consideración, además de inutilizar definitivamente millones de litros diarios. Con ello, atendía las demandas del entorno empresarial presidencial, aun por en contra de la preservación ambiental de su propia provincia. Al mismo tiempo, rebajó las regalías que deben pagar al Estado las firmas explotadoras; entre ellas, la denominada “El Trébol”, del Grupo Vila-Manzano, dueño de varios medios afines a las directivas comunicacionales macristas.

     Los números de su gestión permiten relevar aquella impronta de “modelo terminado” procurado por el esquema neoliberal que diera nuevo inicio el 10 de diciembre de 2015: luego de cuatro años, Mendoza verifica más de 9.500 empleados públicos despedidos, una deuda pública cuadruplicada; 40.000 desocupados más en otros rubros, con tasas de desempleo que rondan el 10 %; decenas de fábricas y comercios cerrados, una inflación local que supera a la nacional y un aumento considerable de las cifras de indigencia. Su partido político impidió que se dictara por ley el congelamiento de tarifas de energía eléctrica, gas y transporte; también frustró, más tarde, una ley provincial de emergencia tarifaria que atenuara el rigor de los incrementos. Cornejo perpetró una reducción presupuestaria significativa, gradual y sostenida en áreas sensibles como salud y educación, a pesar de que el gasto en publicidad oficial superó, entre 2018 y 2019, los 1.000 MILLONES de pesos.

     No obstante estas notas de, al menos, ineficiencia en el logro del Bien Común, los mendocinos han elegido al candidato propuesto por Alfredo para gobernar el distrito en el período 2019-2023, con más del 51 % por ciento de los votos y picos del 63 % en la propia ciudad capital.

     A estos resultados llegó, nuevamente, gracias a su observación aguda, capacidad de predicción y encauce de voluntades para la construcción de poder; aptitudes a las que sumó, en tal coyuntura, los ímpetus de una ofensa personal.

     Es que luego de esforzadas tareas de cumplimiento cabal de directivas, Mauricio Macri, como comportamiento de clase, le negó la posibilidad de integrar la fórmula presidencial para el período 2019 – 2023. El PRO, que había comprado el armazón partidario de la UCR, echaba mano de los arbitrios propios del pagador y le impedía a Alfredo la continuidad de su ascenso.

     Así como se había distanciado de Cristina Fernández, los tiempos mandaban ahora recortar la relación con Macri. Para mal de males, la Constitución mendocina impide la reelección de gobernadores por períodos consecutivos: el “cambio” lo había dejado sin espacios significativos de influencia política. Lejos de amilanarse, Alfredo rearmó su proyecto: se postuló como primer candidato a diputado nacional , cargo más alto al que podría aspirar, ya que tampoco en 2019 Mendoza elegía senadores.

     Desde la presidencia del bloque radical en la Cámara Baja, intentará posicionarse para ocupar la Presidencia de la Nación en 2023.

     En el año 2016, Cornejo asistió a un encuentro con estudiantes de la Universidad Nacional de Cuyo. Las crónicas periodísticas destacan la aparición de cierto tono intimista, direccionado hacia el montaje de un perfil de líder construido a fuerza de voluntad personal e íntegra tenacidad en el logro de los objetivos propuestos. A la hora de evocar a sus padres, destacó:

     “Sin dudas, son mis referentes morales”.

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