domingo, 6 de octubre de 2019

Gerardo MORALES

     Nombre completo: Gerardo Rubén MORALES
     Fecha de nacimiento: 18 de julio de 1959

     De inicio, es posible adelantar una conclusión que debe gravitar en el estudio de toda su vida y obra: luego de una mediocre carrera, Morales es hoy un líder vulgar, que ejerce un esperable totalitarismo de pelotón de rezagados, traccionado a ese nivel por el real pagador de la epopeya de determinación psicológica perpetrada en 2015: Mauricio Macri.

     Como tantos otros radicales, inició su militancia en la agrupación Franja Morada, mientras estudiaba para Contador Público en la Universidad Nacional de Jujuy. En 1989, perdió contra el Partido Justicialista las elecciones legislativas provinciales, pero logró ingresar a la Legislatura jujeña: desempeñó el cargo de diputado local hasta el año 2000. En 1991, integró la fórmula Humberto Salum – Gerardo Morales que se candidateó (y perdió) para la gobernación del distrito.

     El norteño también perdió las elecciones para gobernador en 1995, por 55 % a 30 % con el Justicialismo. Luego de estos comicios denunció fraude, pero sus quejas no fueron en definitiva escuchadas. En 1999, volvió a perder frente al Partido Justicialista y a denunciar maniobras de manipulación de votos.

     Durante el primer año de la presidencia de Fernando De la Rúa ya se evidenciaban los ribetes de lentitud e inoperancia del primer mandatario aliancista. El propio Raúl Alfonsín criticó su gestión: a fin de reforzar lazos con el líder de la UCR (a quien De la Rúa había disputado poder durante toda su vida política), el entonces presidente convocó a varias personalidades “alfonsinistas” para ocupar cargos en su Administración. Entre ellos estuvo Gerardo Rubén, que renunció a su banca provincial y pasó a desempeñarse como Secretario de Desarrollo Social.

     Luego de haber sido funcionario del gobierno que provocó la peor crisis económica e institucional de la historia argentina, Gerardo Morales presentó nuevamente una candidatura para gobernar Jujuy. Volvió a perder, esta vez contra la fórmula Fellner – Barrionuevo del Partido Justicialista, por 56 % a 35 %. Por ese entonces, Néstor Kirchner era el Presidente de la Nación: su apoyo a la fórmula encabezada por Eduardo Fellner fue determinante para la determinación de este resultado.

     Hasta el momento, sólo había ganado una disputa contra el justicialismo: la de las elecciones a senador nacional de 2001, en un marco de absoluta anomalía política. Los otros dos comicios que tendieron a renovar su mandato lo tuvieron también como perdedor frente al peronismo: 47 % a 31 % en 2005 y 53 % a 29 % en 2011. En ambos casos, Morales entró como senador “por la minoría”. Todo ello, mientras ocupaba cargos de importancia en la Unión Cívica Radical (cuyo Comité Nacional presidió entre 2006 y 2009) y dentro del bloque de senadores radicales.

     Su imposibilidad de generar acciones personales o alianzas efectivas para detentar con eficacia los máximos estratos de poder –una desvirtud que por ese entonces compartía con la propia agrupación a la que pertenecía, estigmatizada como culpable de la debacle del año 2001- lo llevaron a polarizar fuertemente sus posiciones y discursos, para definirse con evidencia en la “vereda de enfrente” del peronismo. Combatió con crudeza toda acción de los gobiernos kirchneristas, denunció a sus funcionarios tildándolos de corruptos por decenas de acciones de gobierno y estigmatizó a los correligionarios que se manifestaron de acuerdo con las políticas nacionales y populares que implementaban Néstor Kirchner y su esposa.

     Pero su batalla más intensamente emocional fue la entablada contra la Organización Barrial Túpac Amaru; y mucho más salvaje respecto de su líder, la descendiente de pueblos originarios Milagro Sala. A contrario de la vida llevada por Gerardo Morales en un ámbito de satisfacción de necesidades y posibilidades de estudio, Milagro había sido abandonada en la puerta de un hospital y criada por una familia peronista. Si bien el núcleo que la contuvo manifestaba cierta holgura económica, al enterarse de su origen Milagro escapó y vivió en la indigencia: debió delinquir para alcanzar su supervivencia y purgó una pena de prisión por robo. Con el tiempo, Milagro militó en diversas organizaciones sociales: su fuerte carácter y su firme determinación de luchar contra la pobreza la convirtieron en la principal referente de los movimientos territoriales jujeños.

     Con Milagro Sala a la cabeza, “La Tupac” alcanzó un enorme desarrollo en todos los ámbitos. La organización daba de comer a los necesitados; pero también, con la colaboración económica del gobierno nacional, se dedicó a la construcción de viviendas, de centros de recreación, de escuelas, de centros de atención de salud, de talleres de producción textil. El colectivo creado por Milagro edificó un parque temático y un parque acuático, para ser utilizado gratuitamente por la parte más relegada de la población. Incluso, creó una obra social propia.

     La realidad era evidente: en pocos años, Milagro había alcanzado mayor poder local que el viejo peronismo y, sobre todo, que el gris y ambicioso Morales. Hacia el año 2012, finalmente, la líder aborigen creó su propia agrupación política: el Partido por la Soberanía Popular, que obtuvo la tercera posición en las elecciones de 2013 y la llevó como diputada a la Legislatura de la provincia.

     Esta profusión de datos de derrota animó a Gerardo Rubén a encabalgarse en la campaña de penetración psicológica iniciada por el macrismo a finales del año 2012 para cortar la hegemonía del Frente para la Victoria. Su principal enemiga local era, ciertamente, una indígena ex convicta, que había vivido muchos años en situación de calle y a la que se había acusado de narcotráfico y de haber ejercido la prostitución: con todo, su acción social se manifestaba tan poderosa que cada vez eran más los seguidores que lograba, sea por persuasión, sea por concreta satisfacción material de necesidades.

     En medio de las acusaciones al matrimonio Kirchner de haber generado una “ruta de dinero” ilegal y de ejercer todas las formas de corrupción que cupieran en el entendimiento de las clases de comportamiento aspiracional, Morales tomó el guante que le correspondía en función de su participación en la acción de sugestión colectiva y acusó a la Tupac de realizar “negocios turbios” con dinero público, de extorsionar a las autoridades provinciales con desplegar actos de violencia si no se satisfacían ciertos requerimientos cada vez más crecientes y de violentar a los sectores con necesidades básicas insatisfechas a fin de que pasaran a formar parte como “soldados” de la organización. Para Gerardo Morales, Milagro Sala había constituido un “Estado dentro del Estado”, con reglas propias y al margen de la ley; algo similar a lo que, pocos años después, se endilgara a las tribus mapuches que se oponían a la privatización de sus tierras ancestrales.

     El senador y operador macrista culpó también a Milagro como “autora intelectual” de una denuncia que le atribuía, en forma personal, presidir una organización de “lavado de dinero” proveniente del ejercicio de todas las formas de la economía ilegal.

     En octubre de 2013, Sala sufrió un atentado a balazos contra su vida: si bien tres personas lograron huir, entre los detenidos había conocidos militantes radicales y hasta un empleado de la Municipalidad de San Salvador de Jujuy, cuyo jefe comunal, el radical Raúl “Chuli” Jorge, por entonces cumplía su segundo mandato. Morales aportó, rápidamente, el nombre de los profugados, pero declaró que el siniestro había sido “un asunto entre bandas mafiosas”.

     A medida que avanzaba el año 2015, el estado de captación intelectiva de una mayoría irreversiblemente degradada hacía sospechar un triunfo de Cambiemos en todos los órdenes. Jujuy no sería la excepción: ante el asombro de los propios radicales, la fórmula Gerardo Morales – Carlos Haquim (este último, proveniente del massismo) obtuvo la victoria con un contundente 58 %. Por primera vez, una estrategia implementada por el radical para conseguir la gobernación (en este caso, fomentar la oleada emocional ejecutada por el periodismo comprado por el macrismo) le daba frutos. El frente Cambiemos se llevaba, también, la provincia norteña.

     Lejos de aplicar los principios que había heredado de su pasado alfonsinista, una vez ungido en la primera magistratura provincial Morales cumplió los designios de sus pagadores.

     La primera vulneración institucional de Gerardo se dio en la deformación del Poder Judicial local. En primer lugar, envió un paquete de proyectos para ser sancionado a la Legislatura, apenas iniciado su mandato: el 15 de diciembre de 2015, una ley de reforma determinó la ampliación de 5 a 9 de los miembros del máximo tribunal judicial de la jurisdicción. Para el 17 de diciembre a la madrugada, ya estaba conformado el Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Jujuy: cinco jueces de extracción radical y cuatro jueces de carrera. Dos de los radicales habían sido hasta ese día diputados por el radicalismo: renunciaron a sus bancas y, acto seguido, en la misma sesión, la mayoría “moralista” los nombró jueces de aquellos altos estrados. Para ello, no se sustanció ningún concurso, como indica la normativa provincial.

     Entre otros, el intendente peronista del Departamento El Carmen y su abogado advirtieron las irregularidades cometidas. Morales, rápidamente, mandó allanar la sede comunal y ordenó a un juez venal que suspendiera la matrícula del letrado.

     El mismo cúmulo de leyes que fue sancionado en sus primeros días de gobierno incluyó la creación de un Ministerio Público de la Acusación, aberración jurídica cuya intención fue la de desplazar el poder del Ministerio Público Fiscal e iniciar demandas penales contra  opositores y miembros de las organizaciones sociales. Las funciones de ambos Ministerios Públicos (uno, establecido en la Constitución de la provincia y otro producto de una ley redactada por asesores del propio Morales) quedaron superpuestas.

   Frente a estos hechos de destrucción del republicanismo, comenzaron a generarse denuncias que debieron ser resueltas, en última instancia, por el Superior Tribunal adicto. Todas ellas tuvieron dictámenes de irregularidad firmados por el Fiscal General, quien propiciaba la nulidad de las medidas adoptadas, a contrario del criterio ordenado por Gerardo. La reacción del gobernador fue inmediata y drástica: ordenar la tramitación de un juicio político para destituir al “díscolo” Fiscal General.

     El mismo juez que decidió la suspensión en el ejercicio profesional de aquel “abogado opositor” fue quien dispuso la prisión de Milagro Sala, luego de la realización de un acampe frente a la Casa de Gobierno. La protesta se inició el 13 de diciembre de 2015 y finalizó el 16 de enero de 2016, cuando Morales ordenó a sus servidores judiciales la detención de Milagro por “instigación al delito”, “sedición” (es decir, la pretensión de generar un golpe de Estado provincial) y la contravención consistente en “generar aglomeraciones o tumultos”.

   Ninguna de estas figuras exigía la prisión preventiva. Sin embargo, pocos días después, también por influencia de Morales, Milagro Sala fue conducida a una cárcel. Mientras estaba presa, el gobernador fue instruyendo a sus fiscales adeptos una suerte de “imputación por goteo” cuyo único fin era minar la voluntad de la detenida: Milagro fue acusada de asociación ilícita, de extorsión, de instigación a la violencia, de daño agravado, de amenazas simples, de enriquecimiento ilícito, de amenazas coactivas, de malversación de caudales públicos, de encubrir un hecho cometido en el año 2007, de tentativa de homicidio, de fraude a la Administración Pública y hasta de haber instigado a arrojar huevos al entonces senador Morales siete años antes, durante el año 2009. En todos los casos, durante los meses posteriores a las imputaciones, se fueron conociendo diversas denuncias de obtención de confesiones a supuestos “involucrados” o “cómplices” de esos hechos, a través de apremios ilegales y torturas.

   La Comisión Interamericana de Derechos Humanos resaltó la ilegalidad de estas acusaciones, de las fijaciones de prisión preventiva por delitos excarcelables y, en especial, de las condiciones de detención a que fue sometida: encerramientos de castigo, obligaciones de silencio, negaciones de agua y alimentos, prohibiciones de bañarse, duchas nocturnas de agua fría, negativas a proveer lápiz y papel, prohibición de lecturas y vedas infundadas de recibir visitas. El Superior Tribunal adicto confirmó todos los encarcelamientos y aun las condenas hasta ahora recibidas: 3 años de prisión por “instigación al delito” (sentencia fundada en el testimonio de un solo testigo, empleado municipal radical), unificada con la de 13 años por asociación ilícita y extorsión; esta última confirmada por el Superior Tribunal y por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Todos los pedidos de prisión domiciliaria por el malogrado estado de salud de Sala luego de las vejaciones sufridas en prisión fueron rechazados; excepto uno: a los pocos días, no obstante, y por influencia de Morales, Milagro Sala debió volver a una cárcel común. También se pronunciaron oficialmente por la ilegalidad de estas medidas los representantes diplomáticos de 11 países y el Parlamento Europeo.

    El carácter político de su encarcelamiento surgió enmascarado en una frase del propio presidente Mauricio Macri, dotada de fuerte contenido emocional y oportunista, que tuvo por fin calar en la estructura anímica y cognitiva de los partidarios del Cambio. Preguntado en el año 2016 por la prensa internacional sobre las razones del encarcelamiento de Milagro, a la luz de la cantidad de objeciones legales que se habían producido dentro y fuera del país, Macri contestó: “La mayoría de los argentinos SENTIMOS que Milagro Sala debe estar presa”. Morales apoyó estos dichos en otras declaraciones.

     Por lo demás, Gerardo Rubén ha replicado durante su gobierno las políticas de corte neoliberal/dictatorial que desenvuelve el gobierno de Macri a escala nacional. Al brutal recorte presupuestario en Educación le siguió el cierre de cursos, talleres y carreras en establecimientos públicos, el despido de docentes y una gran cantidad de suspensiones de inscripciones en programas de menor cantidad de alumnos.

     En línea con la impronta xenófoba del macrismo, entró en conflicto con el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia a través de la difusión de una farsa desmentida por el propio Evo Morales. En esta ocasión, el gobernador se hizo eco de una versión que indicaba que un hospital boliviano habría querido cobrarle la atención a un vecino jujeño por el solo hecho de ser argentino. Inmediatamente, conocedor de su público, Gerardo envió un proyecto a la Legislatura para cobrar aranceles a los extranjeros por atención sanitaria en establecimientos públicos. Evo, por aquellos días, invitó a todos los “hermanos argentinos” que lo necesitaran, a atenderse gratis en los centros de salud de Bolivia.

     Durante su gestión, salieron a la luz al menos 50 casos de permisos para que menores de entre 10 y 16 años realizaran actividades laborales, la mayor parte de ellos en grandes plantaciones de tabaco. Estos casos contarían con el asentimiento y encubrimiento de la UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), uno de los gremios más fuertemente alineados con el macrismo. Fuera de este sindicato amigo, Morales ha efectuado persecuciones a otros gremios para evitar la obstaculización de sus políticas de destrucción de derechos: el último de estos casos, ocurrido en septiembre de 2019, fue el intento de intervención del Sindicato de Obreros y Empleados del Azúcar del Ingenio Ledesma. Sin embargo, Gerardo también ha acusado judicialmente al titular del Sindicato de Empleados y Obreros Municipales y ha amenazado con intervenir el Frente Amplio Gremial (que nuclea a trabajadores del Estado) luego de la oposición a un ofrecimiento de aumento salarial del 4 % frente a una inflación del 60 %.

     A través de sus influencias sobre funcionarios de la salud y sobre el esquema judicial local, impidió la práctica de un aborto no punible a una niña de 12 años que había sido violada por un hombre de 60.

    Morales también está sindicado en casos de pedidos de “coimas” para “hacer desaparecer” expedientes de obras públicas ejecutadas en incumplimiento de las normas sobre contrataciones del Estado provincial. Asimismo, se ha denunciado que 25 de sus parientes han sido beneficiados con cargos públicos: hijos, primos, cuñados, su ex esposa y su ex cuñado; tíos, sobrinos y parientes políticos de sus hermanos.

     También en consonancia con las políticas macristas a nivel nacional, el gobernador ha emprendido una desenfrenada carrera de endeudamiento, que a enero de 2019 había llevado a la provincia a deber el 107 % de su producto bruto interno. Para ese entonces, el monto total de deuda era de 40.437 millones de pesos, con un 67 % suscripto en dólares. Por el aumento de la cotización de la divisa y la toma de nuevos créditos, sólo en 2019 la deuda habrá crecido un 60 %. Los mayores obstáculos para afrontar este pasivo son la baja de la recaudación por disminución de la actividad económica y las exenciones impositivas efectuadas a favor de grandes empresas y capitales.

     Morales ha hecho de Jujuy una de las provincias con mayor incidencia de represión policial de todo el país. Su afán disciplinador, profundamente alejado de los principios libertarios con que comenzó su militancia alfonsinista en la década de 1980, ha servido de articulación y complemento a las prácticas de uso abusivo de la fuerza pública por parte de Mauricio Macri. Las crónicas periodísticas reportan hechos de violencia desmedidos para apagar reclamos de comunidades originarias desarmadas, de trabajadores despedidos, de organizaciones sociales, de gremios, de voces opositoras.

    Llamativamente, a pesar de que en su jurisdicción Cambiemos perdió las elecciones presidenciales primarias, Gerardo Morales fue reelecto gobernador con prácticamente el 44 % de los votos.

    Hasta el año 2023 dispondrá sobre la vida, el patrimonio y el honor de una sociedad mayoritariamente ávida de ejercicio de los más profundos antivalores. Paradojas de la humana democracia que, inexplicablemente, vez a vez edifica por medios legítimos las posibilidades de su propia desaparición.

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