domingo, 1 de diciembre de 2019

Rabino BERGMAN

     Nombre completo: Sergio Alejandro BERGMAN
     Fecha de nacimiento: 23 de enero de 1962

     El Rabino Sergio Bergman, farmacéutico e intelectual del judaísmo, comenzó a ser favorablemente apreciado por la clase media aspiracional durante los picos de vociferación punitivista posteriores a su recuperación económica, acaecida a partir del gobierno de Néstor Carlos Kirchner. En aquellas oportunidades, se plegó al pedido de “mayor seguridad” de los barrios altos del conurbano bonaerense, junto al falso ingeniero Juan Carlos Blumberg, quien por entonces, luego del secuestro y muerte de su hijo, había conseguido una reforma inconstitucional del Código Penal. A tal punto se exhibió Bergman con el usurpador de títulos en la cruzada de aliento al asesinato privado de delincuentes, que no faltaron quienes lo calificaron como “el rabino de Blumberg”.

     Este ritmo de exposición -en sintonía con los antivalores comulgados por amplios sectores- se constituyó en faro de atención para la búsqueda de cuadros por parte del macrismo. Fuertemente decidido a recuperarse del traspié electoral de 2003, Mauricio Macri envió emisarios a negociar alguna postulación para incorporar el capital humano que había recogido el religioso con su discurso de castigo. Sin embargo, el rabino decidió testear su real impronta de influencia formando una agrupación llamada “Partido Blanco de la Ciudad”, un espacio decididamente antikirchnerista organizado para captar votos que, en un escenario de balotaje, se inclinaran a favor de lo que ya por entonces se propiciaba como un “cambio”.

     Bergman, no obstante, terminó aceptando la propuesta de Macri de liderar la lista para legisladores porteños durante ese mismo 2011. Junto con la reelección de Mauricio en la Jefatura de Gobierno de la ciudad, el religioso fue escogido como primer sacerdote que integraría el cuerpo legislativo de la jurisdicción. Allí formó parte de la Comisión de Ecología, desde donde propició proyectos de “movilidad sustentable” y tratamiento oneroso de escombros y residuos.

     Dos años más tarde, su pertenencia ya inseparable al partido amarillo y la continuidad de las propuestas mediáticas a favor de un Estado de Seguridad reforzaron la idea del macrismo de incorporarlo definitivamente a sus filas –en carácter de adalid de la represión- y fue, entonces, listado en primer lugar para diputado nacional por el PRO. El rabino asumió su nuevo cargo en diciembre de 2013. Desde entonces, como parte del plan de futuro gobierno de Mauricio Macri, se encargó de hacer elaborar y presentar diversos proyectos relacionados con la naturaleza, tales como el aumento de “multas ambientales”, la promoción del uso de la bicicleta, la protección de diversas áreas marinas, un proyecto de “tenencia responsable de animales” (que incluía la creación de un registro y la posibilidad del secuestro municipal de mascotas sin dueño) y, muy especialmente –como conducta orgánica- el rechazo al Memorándum de Entendimiento con Irán fomentado por Cristina Fernández para el esclarecimiento de los atentados contra la Embajada de Israel en Buenos Aires y la sede de la AMIA.

     Durante este trayecto, Bergman procuró no “entregar” el cúmulo de seguidores a favor de la construcción política de Cambiemos, cuidando su impronta de personalidad “invitada” con predicamento propio, aunque coincidente con los lineamientos macristas.

     Esta característica le procuró las facilidades de concreción de una misión pour la galerie consistente en beneficiar (incluso, desde la ocultación) las aspiraciones y la codicia de los sectores de producción primaria, que veían en la preservación de espacios naturales un obstáculo para el desarrollo de su plan económico y su tradición de asentamiento.

     En efecto: con el advenimiento de Macri a la presidencia de la Nación, el rabino fue ungido Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, con el encargo exhibido de, precisamente, cumplir uno de los objetivos mercadotécnicos voceados durante la campaña de sugestión colectiva: “cuidar la naturaleza y el medio ambiente”.

     Sin embargo, durante sus cuatro años de ejercicio, Bergman ostentó una inhabilidad ostensible para desempeñar su cargo. Prueba de ello es su impericia notoria en la evitación o sofocamiento de los enormes incendios que se produjeron, desde el inicio mismo de su ministerio, en diversos puntos del país. Las Sierras Cordobesas, extensos sectores de Catamarca, el Parque Nacional Los Alerces, las proximidades del Lago Puelo y otros focos fueron devastados por el fuego y, a la vez, ganados para el campo.

     Pero fue en La Pampa, un ámbito de tradición peronista, donde más se pudo apreciar la dejadez de Bergman evidenciada al afrontar su responsabilidad liminar de preservación. Entre 2017 y enero de 2018, la provincia perdió por incendios naturales más de 1.100.000 hectáreas, cifra que representa, aproximadamente, el 10 % de su territorio. El fuego alcanzó a cruzar las fronteras con Río Negro y Buenos Aires y afectó, allí, otras 300.000 hectáreas. Bergman sólo viajó a la provincia al regresar de sus vacaciones, un mes después de iniciado el siniestro, con el único fin de “dar aliento a los brigadistas”.

     Consultado por el periodismo, el rabino ofreció un perfil de resignación, difundiendo la idea de “aceptar el cambio climático”, en fuerte alineamiento con la política anti-ambientalista norteamericana. Esgrimiendo las armas emocionales que le habilitaba el uso neurocientífico del discurso propiciado por Cambiemos, afirmó que los incendios se habían producido en cumplimiento de “una especie de profecía apocalíptica”, como hilo de coherencia de un discurso que, meses antes, había convocado a que “para el verano, lo más útil que podemos hacer es rezar”.

     El “apoyo” a las autoridades y equipos de trabajo en el sofocamiento de la tragedia natural más destructiva de la historia de La Pampa fue tan sólo verbal. Siguiendo las directivas del propio Mauricio Macri –quien frente a las inundaciones acaecidas durante su jefatura de gobierno aseguró que no habría solución inmediata para el problema- el sacerdote manifestó que “estamos en un camino donde no veo en el corto plazo que tengamos la envergadura de lo que necesitamos en el próximo verano”. A su regreso a Buenos Aires, prometió “un plan de infraestructura muy importante que va a ser inédito en el país”, y que jamás se llevó a cabo. Finalmente, tampoco gestionó el envío de ayuda a la provincia para paliar el desastre ni recuperarse de sus consecuencias. Con posterioridad, y hasta enero de 2019, el territorio sufrió la quema de otras 55.000 hectáreas.

     Bergman también desactivó su ministerio durante las inundaciones que afectaron diversas partes del país los cuatro años de gobierno macrista. Los fenómenos más notables ocurrieron en la Ciudad de Buenos Aires; en Concordia, Entre Ríos (adonde se dirigió la vicepresidenta Michetti durante diciembre de 2015, por haberse tomado Macri sus primeras vacaciones), en el Chaco, en la provincia de Buenos Aires, en las márgenes de los ríos Iguazú y Paraná y, en general, en todas las zonas de cultivo intensivo e indiscriminado de soja, que genera alteraciones en las condiciones de permeabilidad de los suelos.

     El tratamiento televisivo de esas catástrofes desplazó al religioso e interpeló en escenarios pautados al presidente, quien revistió de componentes emocionales la descripción de lo que en verdad emergía como un cúmulo de complicidades con el establishment patricio agropecuario en conexión con el mil-millonario negocio de la producción agroquímica. Así, el primer mandatario explicó que “en este caso [se refería a la provincia de Entre Ríos, a inicios de 2016] hay lugares donde falta el agua y lugares donde sobra el agua”. Al desarrollarse una de las “Marchas del Millón” de su campaña de reelección en 2019, Macri elogió a quienes allí se congregaban a la voz de “encima llueve, esta lluvia es bendición, que nos moje bien. Es Dios que nos está acompañando", al mismo tiempo que esa misma precipitación anegaba enormes sectores del sur y del norte de la Capital Federal. Hacia el final de su mandato, en el Chaco, el presidente hubo de reconocer: “Tendremos que acostumbrarnos a que esto [inundarse] va a pasar en distintas zonas, en distintos lugares del país". Los medios de comunicación, mientras tanto, nada preguntaban a Bergman.

     La propia Auditoría General de la Nación ha reconocido que, durante su gestión, en Argentina se ha puesto en riesgo la eco-diversidad, por la reducción del hábitat de las especies naturales. Los factores responsables de este fenómeno son, según la entidad, “la expansión de la frontera agropecuaria, la deforestación, las malas prácticas de manejo ganadero, la introducción de especies exóticas invasoras, el tráfico ilegal y el cambio climático”. Como se viene diciendo, la propuesta ministerial de Bergman ha consistido, respecto de todos estos ocasionantes, en la relajación de índole celestial.

     Sea por su ineptitud (entre otras omisiones dolosas, tampoco promovió una política de eliminación de agrotóxicos o de reemplazo o prohibición de cultivos transgénicos), sea al fin de cumplir una directiva de concentración de fuerza para fines represivos, el poder real tomó la decisión de quitar al rabino el control del Plan Nacional de Manejo del Fuego, que pasó a la cartera de Seguridad liderada por Patricia Bullrich. A ello se sumó la reducción jerárquica de su espacio de actuación, que por sugerencia del Fondo Monetario Internacional se degradó a una Secretaría dependiente de la Jefatura de Gabinete de Ministros.

     A pesar de la gravedad de estas notas que palmariamente muestran la ausencia de límites del neoliberalismo para hacer cumplir su plan, la gestión del rabino Bergman ha quedado marcada por dos hechos de impacto sensible que lo ubican en un plano de intensa entidad prescindible, como así también de responsabilidad actoral en la construcción de imágenes aptas para la penetración psicológica.

     La primera está relacionada con el sentir de los sectores aspiracionales egoístas durante el período de afirmación electoral del macrismo: en septiembre de 2017, el ministro fue filmado “pasando” dos televisores de gran tamaño por la Aduana, proveniente de Santiago de Chile, por entonces paraíso de compras de la cada vez menos pudiente clase media argentina. Luego de la andanada de críticas vertida por canales no hegemónicos, uno de sus allegados informó que los aparatos se donarían a una institución judía, “para proyectos educativos y teleconferencias en la formación de líderes”. La declaración produjo la calma y la aceptación de la base adicta de votantes, que rápidamente olvidó el asunto y dio su apoyo electoral a Cambiemos un mes más tarde.

     El segundo episodio de afianzamiento emocional dio la vuelta al mundo. Se trata de una intención de simbolizar la mimetización del Hombre, en sentido responsable, con el medio ambiente. Para la consecución de ese fin, el rabino se presentó durante una de las funciones del Séptimo Festival Internacional de Cine Ambiental, celebrado en Buenos Aires, ataviado con un cobertor plagado de hojas de enredadera. Incluso ingresó al follaje de una enredadera real ubicada en el predio, bajo un cartel del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que rezaba: “Lo mejor que le puede pasar al ambiente, es que pasemos inadvertidos”. La frase se constituyó, con el tiempo, en un símbolo de su gestión y en una metáfora de la incidencia de la “cortina mediática” en la invisibilización de los desvaríos, corrupciones, enriquecimientos, quebrantamientos republicanos y perpetraciones delictivas del gobierno de Mauricio Macri.

     No obstante estas nulidades y desempeños titiritescos a favor de la consagración de las ilegalidades del entorno Cambiemos, en algunas indicaciones biográficas se señala a Sergio Bergman como “heredero” de la doctrina de Marshall Meyer, fundador del Movimiento Judío por los Derechos Humanos y miembro de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas. Así lo informó el diario La Nación a mediados de 2007, época en que Bergman se instalaba en el imaginario justiciero de los ámbitos urbanos más o menos escolarizados del país. La mención motivó el envío de un Correo de Lectores a la sazón proveniente de la viuda de Meyer, quien desde su residencia en Estados Unidos se quejó del elogio intencional expuesto en el periódico de los Mitre. Dijo en aquella oportunidad:

     Su diario ha presentado al rabino Sergio Bergman como discípulo de mi difunto esposo, el rabino Marshall Meyer: nada más alejado de la verdad. Le puedo asegurar que los actos y posiciones políticas del rabino Bergman están en las antípodas del pensamiento de Marshall Meyer. A mi esposo le daría vergüenza saber que un rabino como Bergman propuso cambiar la palabra ‘libertad’ por ‘seguridad’ en el himno argentino. Tampoco hubiese aceptado compartir un estrado con Juan Carlos Blumberg mientras anuncia su intención de coartar las libertades individuales.
     Quienes conocimos a Marshall sabemos que, como parte de su fe religiosa, estuvo en la Plaza de Mayo junto con las Madres durante la dictadura y visitó cárceles donde recluyeron a Jacobo Timerman y a tantos prisioneros políticos.
     Le ruego que deje de utilizar la figura de mi esposo sin conocer ni su obra ni sus verdaderos discípulos.
     Naomi Meyer. 209 West 86 St./ New York, EE. UU.”

     Hasta su definitiva incursión en el ámbito político, Sergio Bergman había recibido varios premios de importancia. Entre ellos, el Laurel de Plata entregado por el Rotary Club de Buenos Aires y el Konex de Platino al Dirigente Comunitario, compartido con el monseñor Jorge Casaretto, alguna vez sindicado como “presente” en sesiones de tortura durante la última dictadura cívico-militar.

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